Me siento raro. Estoy en un pico de forma y llevo 2 meses haciendo un entrenamiento diario cuya intensidad ha ido a más hasta la semana pasada, en la que comencé a levantar el pie del acelerador. En este momento físico he decidido no hacer absolutamente nada los 5 días previos a la competición. Y me está comiendo la ansiedad. Las sensaciones son las de estar metido en un formula 1, en la parrilla de salida, acelerando a tope pero el semáforo no se pone en verde. Esta semana debería haber sido la de la calma, el reposo y la organización. Sin embargo tengo la curiosa habilidad de desestructurar mis horas previas a la competición. Mi hijo pequeño (6 mese y medio) ha decidido que esta semana, conmigo más tiempo en casa, es la ideal para echar dos dientes y darnos unas noches de aupa. El trabajo quiere agrupar los plazos de varios clientes para que no de abasto ni un minuto. Reuniones de vecinos en la comunidad,.... En fin que me planto en el jueves por la tarde y lo único que he hecho es escribir en un papel lo que necesito, lo que tomaré en cada segmento, la ropa de repuesto,...
No estoy nervioso, no tengo hormigueo en el estómago, mi temporada está mas que justificada. Tres retos: uno puesto por Ivan, la Transvulcania (84km), otro puesto por mi, el Gran Trail de Peñalara (110km)y otro puesto por José Luis, el Iberman. Una temporada impensable para muchos mortales y la estoy disfrutando, no he sufrido lesiones a pesar de la carga, he sido finisher en las dos primeras pruebas y estoy en condiciones de que si nada sale mal, tambien lo seré en la tercera.
Esquema de que tomaré y donde |
No estoy nervioso, no tengo hormigueo en el estómago, mi temporada está mas que justificada. Tres retos: uno puesto por Ivan, la Transvulcania (84km), otro puesto por mi, el Gran Trail de Peñalara (110km)y otro puesto por José Luis, el Iberman. Una temporada impensable para muchos mortales y la estoy disfrutando, no he sufrido lesiones a pesar de la carga, he sido finisher en las dos primeras pruebas y estoy en condiciones de que si nada sale mal, tambien lo seré en la tercera.
El viernes viene todo de golpe. Cargar el coche y partir a Ayamonte con apenas 6h para hacer el checking de la bicicleta, con 450km por recorrer y un bebé lactante en el coche generan una ansiedad que como siempre pago con la gran mujer con la que he decidido recorrer mi vida. Ella, consciente de mi situación, aguanta con paciencia mi tensión.
Llegamos al hotel a las 20:15, 45 minutos para recoger el dorsal, dar un repaso a la bolsa de la transición 2 (T2) y la bici. La bolsa ya no la veré hasta mañana (se la llevan a Portugal). La bici podré repasarla en cualquier momento hasta las 7:30h de mañana. El resto de la expedición ya está listo y todos se vuelcan en ayudar para que llegue a tiempo a todo. "Deja el carrito aquí", "ya cojo yo al niño", "tu ve alli, ya me quedo vigilando",...
21:15h, todo listo y una gran presión deja de oprimirme el pecho, se ha ido la ansiedad, ya solo queda velar armas para la batalla de mañana. Salimos a cenar algo de pasta en grupo.
Lo importante es tener algo de carbohidrato disponible para mañana y relajarnos para tratar de dormir algo.
Paseo el día de antes, fundamental para relajar antes de dormir. 4 de Octubre y en manga corta por la noche!!! |
Lo importante es tener algo de carbohidrato disponible para mañana y relajarnos para tratar de dormir algo.
Rodriguito nos da la mejor noche de la semana, he sacado 5h del tirón y estoy hasta cansado de dormir tanto. Son las 6:10h y me dirijo al comedor. Todo me recuerda a cuando salía en la procesión del silencio, la gente yendo a un punto en común, pero en un respetable silencio, reflejo de la concentración, de ir focalizado en lo que comenzará un par de horas después. Hacemos un desayuno los 3 juntos, José Luis con un enfoque técnico, Ivan más terrenal y yo más precavido (mis cereales de casa para garantizar que me sientan bien).
Caras de sueño a las 7 a.m. e el hall del hotel |
Una última subida a la habitación para despedirme de mi mujer y mi hijo. Están tronchados. Ha sido una semana larga.
Nos dirigimos a la salida del agua. Son las 7:45 y aún es noche cerrada. Todo son chocar manos y abrazos para desear suerte. Todos vestidos de delfines con los neoprenos. Todos mirando al mar, deseando que el sol despunte para poder empezar cuanto antes. El momento no llega y aprovechamos para hacernos un foto con Javier Ortiz, Javier Pérez y Alberto Plata, otros triatletas de Ciudad Real y Bolaños con los que he estado en contacto por whatsapp estas ultimas semanas. No se como Javi Ortiz ha sido capaz de reconocerme entre 800 tíos vestidos de negro y con gorro en la cabeza..
Nos dirigimos a la salida del agua. Son las 7:45 y aún es noche cerrada. Todo son chocar manos y abrazos para desear suerte. Todos vestidos de delfines con los neoprenos. Todos mirando al mar, deseando que el sol despunte para poder empezar cuanto antes. El momento no llega y aprovechamos para hacernos un foto con Javier Ortiz, Javier Pérez y Alberto Plata, otros triatletas de Ciudad Real y Bolaños con los que he estado en contacto por whatsapp estas ultimas semanas. No se como Javi Ortiz ha sido capaz de reconocerme entre 800 tíos vestidos de negro y con gorro en la cabeza..
Los 3 fantasticos |
De izquierda a derecha: Ivan, Toty, José Luis, Javi Perez, Javi Ortiz, Alberto Plata y no se quien, jajaja!!! |
El speaker comienza a levantar la voz, hay que acercarse al reloj de la salida y esperar a oir el clásico disparo. No hay la algarabia de las salidas, aquí cada uno va buscando su ritmo desde ya, sobre todo los que ya sabemos lo que es meterte en el agua con 800 personas a la vez y comenzar a nadar. Queremos intentar ir juntos para tratar de llevar a José Luis, pero la idea no sobrevive más de 100m. Esto es supervivencia pura. Mirar el objetivo, tratar de nadar, recibir una patada, seguir tratando de nadar, recibir un choque lateral, reorientarte al objetivo, seguir nadando, un manotazo en la cara,... Ya he pasado antes por esto y relativizo todo. He de centrarme en coger mi ritmo, en nadar con técnica, en hacer lo que he estado entrenando. La primera boya tarda unos 500m en llegar, el paso por ella es un cuello de botella que me obliga por momentos a nadar a braza, pero a la salida encuentro más huecos y empiezo a nadar con relativa tranquilidad. El agua está tranquila, no esta fria y ademas tengo la visibilidad justa para ver mis manos penetrar en ella y coger agua. Son los ingredientes perfectos para evadirme y avanzar. Segunda boya, un cuarto de segmento hecho, ya llevo 1.200m. Ahora parece que la corriente viene de tierra, pero no es molesta. Tercera boya, han caido otros 230m, las sensaciones mejoran, ya he calentado. Mis manos empiezan a coger mas agua y noto que avanzo más. Los nadadores de delante se van acercando y yo voy lanzado. He enganchado con una veintena de nadadores que iban unos 40m delante de mi. Giramos la cuarta boya, ya he pasado el km 2 y nos dirigimos a tierra a hacer el paso por el chip. Salir a la arena, aunque sea corriendo, te da un descanso. Oigo ánimos de Gema y Pilar, que recojo con agrado y uso para motivarme más. Pierdo unos segundos al entrar en el agua en colocarme bien las gafas. La unica pega de esta primera vuelta ha sido que el agua ha ido entrando en mi ojo izquierdo y siento el globo ocular como si lo hubiese tenido toda la noche en salmuera. Comienzo la segunda vuelta, no me explico que de nuevo tenga que batirme con empujones, patadas, manotazos,... El de delante me da una patada con una uña tipo molusco me hace un corte en el dedo anular de la mano izquierda, no tengo tiempo de quejarme y por lo menos no me ha roto nada. Algunos en lugar de dar patadas da coces!!!. Esta vuelta, entre las boyas 2 y 3, el sol ya está sobre el agua y nos ciega a la hora de buscar referencias. Noto que me cuesta más mantener el timón, a mi y al resto por que en un momento determinado un tio pasa literalmente por encima de mi espalda. Las gafas hoy están dando la tabarra y tengo que reajustarlas de vez en cuando. Las sensaciones son buenísimas, no noto cansancio y creo que llevo buen ritmo. Los recuerdos del medio ironman de Marbella están sellando el pasaporte para irse de mi memoria.
Track del GPS en el agua. Si me ve la Guadia Civil me hace soplar!! |
Salgo del agua, me quito las gafas, el gorro, el gps e inicio la bajada de cremallera de neopreno. Gema y Pilar siguen animando. Ya me he quitado la parte de arriba y al pasar bajo el arco de salida oigo un "Toty" que me hace girarme.
Mi mujer y mi renacuajo están ahí. Me acerco a darles un beso, aporte calórico de incalculable valor. Corro hasta mi bici y me encuentro a Ivan colocandose el casco. Se despide con un "ahora me coges", que cachondo!!. Me despeloto sin rubor y me coloco el mono de triatlon mientras voy bebiendo un bote de sales y carbohidratos. Creo que he hecho una buena transición, para lo que soy yo. Me monto en la bici y nueva dosis de ánimo con foto incluida, Marivi ha corrido desde el agua hasta aquí para captar la salida de su marido y de paso me ha cogido a mi.
Mi mujer y mi renacuajo están ahí. Me acerco a darles un beso, aporte calórico de incalculable valor. Corro hasta mi bici y me encuentro a Ivan colocandose el casco. Se despide con un "ahora me coges", que cachondo!!. Me despeloto sin rubor y me coloco el mono de triatlon mientras voy bebiendo un bote de sales y carbohidratos. Creo que he hecho una buena transición, para lo que soy yo. Me monto en la bici y nueva dosis de ánimo con foto incluida, Marivi ha corrido desde el agua hasta aquí para captar la salida de su marido y de paso me ha cogido a mi.
Enseguida ruedo fácil. El velocímetro marca 32km/h y pienso que me estoy excediendo. Trato de dosificar y buscar mi ritmo levantando el pie del acelerador. Sin embargo el ritmo sigue ahí, casi sin esfuerzo. Alguno me pasa pero voy bastante bien y yo tambien paso a gente. En momentos en los que nos agrupamos varios, unos adelantando y otros siendo cazados, un juez nos pide que ocupemos toda la calzada para marcar espacios y evitar el drafting. Estoy un poco receloso, estos 50 primeros km deberían ser duros, con el aire de cara, pero me estoy acoplando muy bien y los ritmos son buenisimos para mi. Llego al km 30, mando un whatsapp a Ceci para que sepa como voy de ritmo (30,2km/h) y vaya haciendo sus cuentas para irme a ver a algun punto de la bici. Enciendo el ordenador y saco el gel que me toca meterme ahora. Sigo a mi ritmo, esta primera hora ha pasado volando. Cada vez que veo a alguien de negro en el horizonte pienso en que estaría bien que fuese Ivan y así ir con alguien conocido. Me pasan unas bicis dignas de salir en la tele, menudos pepinazos de bicicletas, pero lo curioso es que a pesar de los cascos aerodinámicos, los botes colocados entre el acople o detrás del sillín, no son tantos los que me pasan y yo me estoy merendando a más de dos y tres. Estando en esto veo a Ivan a lo lejos, menudo subidón!! He necesitado 40km para materializar el "ahora me coges". No lo veo suelto y por su cara le sienta mejor que a mi el habernos encontrado. Empezamos el juego de hacernos compañia sin caer en la penalización del drafting (que se traduciría en 8 minutos en el penalty box). Casi siempre voy yo por delante por que me encuentro bien y en recta me estoy acoplando muy bien en el manillar de triatleta. En el km 50 nos encontramos con la familia de José Luis (su mujer Ana, su hermano Victor, su padre Juan, su cuñada Mariangeles y su sobrino Victor Manuel). Victor está con la cámara y nos jalea con gritos de ánimo. Les pedimos referencias de José Luis pero no oimos respuesta, nuestro cruce ha durado unos segundos. Nuevo pico de motivación encontrarnos a seguidores. Nos dirigimos hacia la frontera con Portugal y el terreno comienza a ondularse algo más.
Es complicado llevar un ritmo constante por que lo mismo hay que subir un piñon que bajar dos. Seguimos adelantando más gente de la que nos adelanta. En el km 60 tomo otro gel y le doy un bocado a la barrita de Ivan. Sigo a ritmo de 30km/h, mucho mejor de lo que pensaba!!. Ya voy pensando en el siguiente objetivo, el premio de la montaña que nos han colocado nada más cruzar a suelo portugues. Solo serán 2km pero con rampas hasta del 15%. Le digo a Ivan que hay que ir reservones hasta ese punto. Cruzamos un embalse y una pared nos frena en seco. Es mejor no levantar la vista por que solo ves una rampa mortal salpicada de ciclistas agitando sus bicis en un lento avance. Despego el culo del sillín y aligero el desarrollo. La vista se posa a unos metros de mi rueda delantera y así durante 5 minutos. Cuando el terreno suaviza hago el esfuerzo de no emperrar el ritmo y enseguida me obligo a mover más desarrollo. Sigo con Ivan y eso es bueno. Siguiente objetivo, 20km mas adelante, donde está el avituallamiento propio, km 97,5.
La carretera vuelve a estirarse suavemente, hay menos curvas pero los falsos llanos se adueñan de esta parte, siempre subiendo o bajando ligeramente. Entramos en Mertola, pueblo donde está el avituallamiento, y se nos ponen los pelos de punta, venimos lanzados de una bajada y el asfalto se torna empedrado con la bici a 35km/h. Rezo para no reventar o pinchar una rueda. 600m de adoquinado portugues que me han metido más vibración que las plataformas esas de adelgazar. El avituallamiento propio esta a la vuelta de una esquina y obliga a frenar de golpe. Ivan se adelanta a mear mientras yo trato de comerme el bocata de jamon. Es imposible comerselo con el pan del dia anterior. Me meto unas lonchas de jamón en la boca y le doy algo a Ivan. Ahora paro a mear yo e Ivan se adelanta. Al reincorporarme la carretera vuelve a subir y mi compañero ha abierto un hueco de varios centenares de metros. Trato de no cebarme, la paradiña no me ha sentado bien y mis piernas se han espesado un poco. Cuando salimos de las cuestas consigo engancharme a Ivan y trato de reencontrar sensaciones. Las rectas de falso llano hacia abajo me permiten acoplarme, coger velocidad y llenar el depósito de confianza. Una gran bajada, de esas que me gustan nos deja en el km 120. Faltan 14km para ver a nuestra gente otra vez. Pero nada sale gratis en esta prueba y la carretera pica hacia arriba de nuevo. Ya van pesando las 4h y pico sobre la bici. Kilómetro 125 y nos desvian hacia Alcoutin, el terreno torna y se vuelve favorable unos 5km para lanzarnos a una bajada fuerte salpicada de cerradas curvas. Cometo la imprudencia de acoplarme en la bajada. De repente veo que la curva que viene es muy brusca y pierdo un segundo en salir del acople. Dios! me he tragado la curva del todo! tiro de freno, la rueda comienza a derrapar y a culear. Noto que la adrenalina inunda mi cuerpo, el quitamiedos está a escasos metros, Ivan no puede reprimir un grito de "Toty!!!" detrás de mi, mientras me peleo con la bici para no irme al suelo ni salir volando. Desbloqueo el freno para volver a clavar las pastillas contra la llanta. La bici, cual potro desbocado, claudica a mis ordenes y respiro tranquilo, la curva es mia. Me adelantan dos triatletas preguntandome si estoy ok, trato de aparentar tranquilidad mientras les digo que si. Ha estado cerca!. Ivan no me ha adelantado y supongo que había tirado de frenos para socorrerme. Trato de centrarme en lo positivo y es que ya estamos en el km 133, en 1km recibimos un saco de ánimo. Llegamos juntos y aprovechamos para escuchar noticias mientras nos hidratamos. El isotónico de la organización no puede estar más malo, mas concentrado y más dulce. El calor ya es considerable.
Es complicado llevar un ritmo constante por que lo mismo hay que subir un piñon que bajar dos. Seguimos adelantando más gente de la que nos adelanta. En el km 60 tomo otro gel y le doy un bocado a la barrita de Ivan. Sigo a ritmo de 30km/h, mucho mejor de lo que pensaba!!. Ya voy pensando en el siguiente objetivo, el premio de la montaña que nos han colocado nada más cruzar a suelo portugues. Solo serán 2km pero con rampas hasta del 15%. Le digo a Ivan que hay que ir reservones hasta ese punto. Cruzamos un embalse y una pared nos frena en seco. Es mejor no levantar la vista por que solo ves una rampa mortal salpicada de ciclistas agitando sus bicis en un lento avance. Despego el culo del sillín y aligero el desarrollo. La vista se posa a unos metros de mi rueda delantera y así durante 5 minutos. Cuando el terreno suaviza hago el esfuerzo de no emperrar el ritmo y enseguida me obligo a mover más desarrollo. Sigo con Ivan y eso es bueno. Siguiente objetivo, 20km mas adelante, donde está el avituallamiento propio, km 97,5.
La carretera vuelve a estirarse suavemente, hay menos curvas pero los falsos llanos se adueñan de esta parte, siempre subiendo o bajando ligeramente. Entramos en Mertola, pueblo donde está el avituallamiento, y se nos ponen los pelos de punta, venimos lanzados de una bajada y el asfalto se torna empedrado con la bici a 35km/h. Rezo para no reventar o pinchar una rueda. 600m de adoquinado portugues que me han metido más vibración que las plataformas esas de adelgazar. El avituallamiento propio esta a la vuelta de una esquina y obliga a frenar de golpe. Ivan se adelanta a mear mientras yo trato de comerme el bocata de jamon. Es imposible comerselo con el pan del dia anterior. Me meto unas lonchas de jamón en la boca y le doy algo a Ivan. Ahora paro a mear yo e Ivan se adelanta. Al reincorporarme la carretera vuelve a subir y mi compañero ha abierto un hueco de varios centenares de metros. Trato de no cebarme, la paradiña no me ha sentado bien y mis piernas se han espesado un poco. Cuando salimos de las cuestas consigo engancharme a Ivan y trato de reencontrar sensaciones. Las rectas de falso llano hacia abajo me permiten acoplarme, coger velocidad y llenar el depósito de confianza. Una gran bajada, de esas que me gustan nos deja en el km 120. Faltan 14km para ver a nuestra gente otra vez. Pero nada sale gratis en esta prueba y la carretera pica hacia arriba de nuevo. Ya van pesando las 4h y pico sobre la bici. Kilómetro 125 y nos desvian hacia Alcoutin, el terreno torna y se vuelve favorable unos 5km para lanzarnos a una bajada fuerte salpicada de cerradas curvas. Cometo la imprudencia de acoplarme en la bajada. De repente veo que la curva que viene es muy brusca y pierdo un segundo en salir del acople. Dios! me he tragado la curva del todo! tiro de freno, la rueda comienza a derrapar y a culear. Noto que la adrenalina inunda mi cuerpo, el quitamiedos está a escasos metros, Ivan no puede reprimir un grito de "Toty!!!" detrás de mi, mientras me peleo con la bici para no irme al suelo ni salir volando. Desbloqueo el freno para volver a clavar las pastillas contra la llanta. La bici, cual potro desbocado, claudica a mis ordenes y respiro tranquilo, la curva es mia. Me adelantan dos triatletas preguntandome si estoy ok, trato de aparentar tranquilidad mientras les digo que si. Ha estado cerca!. Ivan no me ha adelantado y supongo que había tirado de frenos para socorrerme. Trato de centrarme en lo positivo y es que ya estamos en el km 133, en 1km recibimos un saco de ánimo. Llegamos juntos y aprovechamos para escuchar noticias mientras nos hidratamos. El isotónico de la organización no puede estar más malo, mas concentrado y más dulce. El calor ya es considerable.
Llegada al avituallamiento del km 134. Llevamos 4h 32' encima de la bici y 5h 45' de prueba |
Hidratando. Y si, lo que llevo en el pecho es un bote extra para poder refrescarme en carrera |
Este avituallamiento, en mitad de una subida, nos da un par de minutos de sosiego. Pedimos referencias de José Luis, nos dicen que las 2 veces que lo han visto estaba unos 10-12 minutos por detrás de nosotros, que no parece poder recortar distancias. Se confirma lo que le decía yo a Ivan, que nosotros estabamos rodando bien y que iba a ser imposible que nos cogiese.
Seguimos la carrera, me despido de Ceci y de Rodrigo. Un centenar de metros por delante, a la sombra, están el padre de José Luis y de su sobrino. Ya esta hecho, solo quedan 40km de bicicleta. Ivan ha mejorado o yo he empeorado porque ahora es el el que tiende a ir delante. El recorrido no ha terminado de sorprendernos. A la multitud de sube/baja del recorrido se le suma ahora un par de tramos de 100m sin asfalto donde la organización ha tenido el detalle de poner unas alfombras para evitar los malditos pinchazos. Mi pierna izquierda hace amagos de querer contracturarse. Primero el gemelo, luego el femoral, luego el cuadriceps. Quedan 15km y ya es inevitable empezar a pensar en el maratón que aún nos queda por correr. Miedo me da pensar en lo que pueda pasar con esta pierna izquierda.
Seguimos la carrera, me despido de Ceci y de Rodrigo. Un centenar de metros por delante, a la sombra, están el padre de José Luis y de su sobrino. Ya esta hecho, solo quedan 40km de bicicleta. Ivan ha mejorado o yo he empeorado porque ahora es el el que tiende a ir delante. El recorrido no ha terminado de sorprendernos. A la multitud de sube/baja del recorrido se le suma ahora un par de tramos de 100m sin asfalto donde la organización ha tenido el detalle de poner unas alfombras para evitar los malditos pinchazos. Mi pierna izquierda hace amagos de querer contracturarse. Primero el gemelo, luego el femoral, luego el cuadriceps. Quedan 15km y ya es inevitable empezar a pensar en el maratón que aún nos queda por correr. Miedo me da pensar en lo que pueda pasar con esta pierna izquierda.
El mono ha aguantado a la perfección las 6h15' de bici a pesar de la fina badana. Se acabó la bici, la entrada en la transición la hacemos frenando en seco, mal señalizada, porque nos encontramos de bruces con la linea de pie a tierra. Nuestras mujeres están junto a nuestras bicis, haciendo fotos, sonriendo, pidiendonos sensaciones.
Llevamos 7h20' de carrera. Saco el bocata de jamon con tomate que dejé ayer en la bolsa de la T2 y le doy un bocado. Al minuto tengo que escupir la bola que tengo en la boca. No tengo saliva para deglutir esto. Ivan está listo y posamos para empezar el ultimo segmento de la prueba.
Llevamos 7h20' de carrera. Saco el bocata de jamon con tomate que dejé ayer en la bolsa de la T2 y le doy un bocado. Al minuto tengo que escupir la bola que tengo en la boca. No tengo saliva para deglutir esto. Ivan está listo y posamos para empezar el ultimo segmento de la prueba.
Junto a mi mujer, tratando de coger fuerzas y mentalizarme para lo que me queda |
Todo listo, Ivan y yo salimos al asfalto a superar los 42km 197m que nos restan para ser finisher |
Comienza nuestra prueba, para los que venimos de correr este es, a priori, el más sencillo de los segmentos. Mis sensaciones hasta ahora han estado muy por encima de mis previsiones. Le pido a Ivan andurrear un poco mientras me mentalizo de que hay que correr. El, como siempre, dice que no, que vayamos despacio pero que empecemos cuanto antes. No llevamos ni 700m cuando nos cruzamos con José Luis que esta terminando la bicicleta. Subidón! está aqui al lado y veniamos hablando de que ojalá no le hubiese podido la ansiedad de cogernos. Mi ritmo (6'10") está siendo demasiado lento para Ivan que poco a poco se separa de mi. No puedo ir más rápido, se me está hinchando el estómago. Llevo todo el día con gases, pero en la bici no me estaba costando soltarlos. Ivan se ha frenado una vez, se que no lo hará otra por que conozco estas sensaciones y pinta mal. Le digo que siga, que comienzo mi calvario y mejor afrontarlo solo, sin la carga de estar frenando a un compañero. Nos despedimos con un choque de manos, ya hemos estado aquí otras veces y el ahora sabe que yo voy a acabar, que esto no puede conmigo. Su marcha me deja como más desnudo y el sol parece cebarse conmigo. Mi paso ya es claramente lento, sin embargo estoy en 6'19"/km, pero me estoy doblando hacia delante obligado por el retortijón de estómago. En el km 4 y pico, a pesar de que no quería parar, me veo obligado a andurrear. A los pocos metros me adelanta José Luis como un tiro. Me anima a no rendirme. Noto lo mismo que con Ivan, ya les he demostrado que no soy fácil de batir así que no pierden tiempo animandome. Este tramo de carrera es más bien feo. Carretera, encerrados en un arcen de medio metro, separados por conos de los coches que pasan a un metro de nosotros y camino de enganchar con la autovía para cruzar a España. Ya estoy en esa situación en la que tantas veces me he visto. Superado por mis compañeros de aventuras y limitado por mis problemas físicos. Esta vez no me autocastigo por no haber cuidado más la alimentación o la hidratación. No tiene sentido y he ganado suficiente renta como para garantizarme llegar a meta. El sol parece querer sacarme de mi lado optimista. Los rayos se clavan en mi cuello y en mi espalda. Saco el móvil para intentar evadirme. A pesar de sólo separarme un par de km de territorio español, no tengo cobertura con mi operador. Guardo el móvil y trato de evadirme. Hay que avanzar como sea y me niego a pararme en ningún momento. Trato de sacar mi lado analítico.
Tenía 3 objetivos cuando me inscribí en el Iberman:
1.- Ser finisher
2.- Disfrutar
3.- Tratar de correr todo el maratón, al ritmo que fuese.
Repasar mentalmente mis objetivos me frustra, he fallado a algo tan sencillo como correr. Cuantas veces he pensado lo sencillo que era simplemente correr, a 7, a 8min/km, pero correr. La diferencia entre andar y correr denota actitud, capacidad, fortaleza. Todo lo que yo no tengo ahora. El puñetero sol se esta clavando en mi nuca. Mojo la gorra y la giro para tapar mi cuello con la visera. Estoy hundido, probablemente mi peor momento en lo que va de día. Kilómetro 8, encarando el puente internacional camino de Ayamonte. La autovia sube ligeramente y no deja de pasarme gente. De repente oigo un claxon, el coche de mi mujer se aparta del carril habilitado y se mete en el carril que han cortado para nosotros. Otro coche se mete tras ellas dando paso a una ambulancia que venía detrás. Una mano asoma por la ventanilla del copiloto, probablemente sea Mariví, portando una coca cola, a modo de cebo para que me acerque. Es como una aparición, ¿estaré soñando?. El coche de detrás se impacienta, toca el claxon de forma impertinente, la mano de la ventanilla suelta la Coca Cola y ambos coches se ponen en marcha. No he podido ni hacer el intento de correr los 40m que me separaban del coche. La lata rueda hasta el borde del puente y el corredor que va delante de mi duda si debe cogerla o no. Finalmente llego hasta ella mientras veo alejarse el coche de mi familia. No se fisiológicamente lo que tengo, ni que explicación tendrá lo mal que me sabe la Coca Cola en la boca, pero me sienta genial el frescor de este refresco por antonomasia, que contrasta con el quemazón del sol en mi espalda y en mi cuello. Debo tener paciencia y esperar a que mi cuerpo absorba los azúcares y la cafeína, a estas alturas de carrera y en mis condiciones, esperar esto es un acto de fe. Al final del puente hay unos fotógrafos y aprovecho la bajada para trotar y posar. Intentó alargar el stint intentando forzar mi recuperación pero aún no me encuentro bien. Nos desvían hacia Ayamonte, por fin fuera de la autovia. El móvil ya tiene cobertura española y aprovecho para evadirme. Informo a mi mujer de lo regular que voy, ella espera que la Coca Cola que me ha hecho llegar funcione. Escribo a mi equipo de rugby, describiendo que me encuentro en una fase de superar los límites. Esas fases donde has de luchar contra todo, cuerpo y mente. Todos se vuelcan con mensajes de ánimo. En esas, una voz desde atrás me llama "hombre Toty, como vas?". Es Antonio Berrio, pertenece a mi club de maratón pero reside en Almería. Que pequeño es el mundo!!!! Hablo un minuto con el y cuando quiere relanzar la carrera me ánimo a seguirle. De repente me encuentro mejor, ir con alguien me distrae y parece que el dolor de estómago se disipa. Lo cojo con tantas ganas que enseguida me anima a seguir yo sólo, porque me estoy lanzando y le voy a sacar de punto. De eso nada, ahora mismo no me fío, puede ser un espejismo y valoro más su compañía. Solo hemos rodado un par de km juntos cuando, de repente, veo 50m por delante de mi, a José Luis teléfono en mano. Levanto los brazos pidiendo una explicación. Me encuentro a mi compañero pidiendo la retirada y saco mi faceta de psicólogo deportivo. Me quedo con el y me despido de Antonio. Hay que seguir, José Luis, como sea. La ansiedad ha provocado que descuidase la parte cerebral de la carrera: alimentación, ritmo,... Al final se ha quedado sin gasolina. Andurreamos unos 500m y tratamos de iniciar el trote. Puede! A Jose Luis le encantan los números, las estadisticas, es el más calculín de los tres. Le hago los números gordos, tenemos 27km por delante, los mismos que el día de la media de Puertollano. Ese día empleamos 2h10' en recorrer esa distancia y hoy dispondriamos de 2h50' para hacer lo mismo y así podría bajar de 12h, su objetivo. El escucha en silencio y sigue corriendo. Primero con cautela, 6:20min/km, luego nos vamos encontrando y nos ponemos a 5:30min/km. Este ritmo es demoledor para los otros corredores, no dejamos de adelantar gente.
José Luis va a mas y empiezo a preocuparme por que me reviente a mi también. En el km 20 se empieza a venir abajo y al llegar a la media maratón ya va inmerso en aclarar cuales son sus sensaciones. Un grupo de adolescentes voluntarias que gritan "campeones!" a nuestro paso, nos arranca una sonrisa. En el km 22,5 se tiene que parar de nuevo. Se tira en el suelo y cierra los ojos.
En estos momentos, unos minutos de parada consiguen que algo de la gasolina que llevas en sangre llegue a los músculos. Aprovecho para informar de nuestra situación a las familias. Tras 10 minutos de parada iniciamos el camino de nuevo, otra vez andando. Apenas queda 1km para llegar a Redondela, km25 y conseguimos correr nuevamente. Al pasar junto al avituallamiento José Luis no para y yo trato de buscar Coca Cola. No hay pero me ajusto el chip que me esta rozando y me ducho con el agua que me ofrecen los voluntarios. Me ha hecho pupa mental el no encontrar Coca Cola y a Jose Luis le ha sentado bien pillar asfalto (es muy típico de estas pruebas que cuando tu vas bien el otro mal y viceversa). El estómago comienza a llamar la atención nuevamente y ahora parece que me sube un reflujo. Me trago el amago pero la sensación se repite prácticamente cada paso. Es imposible que lleve nada en el estómago, no puedo vomitar nada, pero nada me puede apetecer menos que liarme a dar arcadas en seco. Llegamos al famoso desvío, que anunciaron anoche en la charla técnica, para evitar los 3 km de playa. Sorprendentemente, el desvío consiste en meternos por un pinar donde el firme es idéntico al de la playa. Arena suelta que complica transmitir en cada pisada y exige un doble esfuerzo de estabilidad y potencia. El terreno me recuerda al del Pinar de Roche y trato de sacar imágenes de cuando corro por ahí para intentar escapar mentalmente. El esfuerzo mezclado con el amago de arcada me va arrancado un gemidito en cada zancada. Debe ser muy molesto para mi compañero de carrera pero no puedo hacer nada por evitarlo y casi que me alivia. En mitad del pinar nos esta esperando Victor, el hermano de José Luis, con la cámara de video al hombro. Es una inyección, nos jalea, nos graba, corre con nosotros, siempre detrás para evitar sanciones y mientras tanto nos informa sobre Ivan. No para de alentarnos y me dejo llevar por su ánimo. Volvemos a ponernos por debajo de 6min/km. El paseo marítimo esta cerca, ya se intuyen las casas a través de la arboleda. Llegamos a el, enseguida hay un puesto de avituallamiento y en este si hay Coca Cola. Me enchufo un par de vasitos mientras Jose Luis me mira. Noto que a él, esta paradita, no le esta sentando bien pero a mi me da la vida. Aprieto los dientes y arranco de nuevo, José Luis respira aliviado. Víctor también sufre, correr no es lo suyo, pero sabe que ahora animar es importante y sigue nuestra estela. El paseo ayuda a evadirte. Mucha gente, aplausos, ánimos,... Todo el mundo te quiere dedicar un saludo. Se oye al speaker, vamos a pasar delante de meta para alejarnos y luego volver. Siento que cada vez estoy más cerca de ser finisher. Pasamos junto al padre de José Luis. Juan se pone de pie al reconocer a su hijo, sus ojos contienen un mar de ansiedad por la espera. Jose Luis le dedica unas palabras de cariño para que sepa que esta bien pero no hay capacidad para hacer una nueva parada. No puedo evitar emocionarme, el cansancio baja mi fortaleza emocional y mi deshidratación ahoga mi llanto que muere sordamente en mi garganta. Alejarnos de la meta endurece la carrera, no ves el momento de dar la vuelta y acercarte de nuevo. Nos dan una referencia de un gran pino para iniciar el regreso, pero al llegar a el, vemos que la referencia es errónea. Otro palo psicológico. Seguimos avanzando, el objetivo está en encontrar a nuestras mujeres, que se han puesto de corto para acompañarnos unos kilómetros. Las vemos y yo me vengo abajo físicamente.
Otra vez me siento vacío. Ando con Ceci, intentamos trotar, vuelta a andar,... Ceci nunca me ha visto así, quiere ayudarme, me coge de la mano, trata de empujarme mientras corremos pero se da cuenta de que aquello no funciona. Le pido simplemente que este, que me hable de cosas diferentes a las que he estado pensando todo el día.
De repente un corredor que se cruza con nosotros nos advierte de que aún quedan 4km de playa. Es portugués, le he entendido regular, pero esta claro que ahí delante nos espera un regalito. Llegamos al km 35, efectivamente aquello abandona el paseo marítimo, o lo que quedaba de el, para meterse en la orilla del mar. Vamos andando. El aire del mar refresca mi acalorada piel. Aprovecho la ausencia de jueces para bajarme la parte de arriba del mono, algo prohibido, tengo mucho calor y la piel me arde.
Me acuerdo de los que vienen por detrás, yo estoy disfrutando de una puesta de sol pero los que se retrasen más no van a tener luz por aquí. La organización ha dispuesto unas antorchas que el aire ha apagado, pero también ha colocado balizas luminosas. No recuerdo que nadie hubiese hablado de playa a estas alturas de carrera, por lo que puede ser mortal para muchos encontrarse esto de noche. José Luis, con Ana, ha echado a correr y se van alejando cada vez más. Yo voy corriendo a trozos y mantengo la distancia visual con ellos. Estamos llegando al km 36,5 y ahora parece que soy capaz, nuevamente, de correr. Al llegar al 37, 500m después, ya estamos pegados a ellos. Nuevo avituallamiento, otra vez sin Coca Cola. Los jueces advierten a nuestras mujeres de que no pueden acompañarnos, pero con la iglesia hemos topado, Ana, que para esto tiene muchas tablas, se descuelga con un "hemos venido hasta aquí a animarles y tendremos que volver al coche!!". El juez no insiste, cualquiera se atreve, pero ha metido el miedo en el cuerpo a nuestras acompañantes, que ahora prefieren ir por detrás de nosotros. La noche ya ha caído y hemos abandonado la arena para deshacer nuestros pasos por un camino paralelo a la playa. La visibilidad es nula y me acuerdo de César y Nano, con los que tantos madrugones a oscuras he compartido estos dos años. Hay balizas blancas, balizas rojas, puestos de voluntarios e incluso bicicletas con las cegadoras "largas" puestas. José Luis esta por debajo de 6min/km otra vez y no parece que le preocupe que las chicas se queden atrás. Decidimos esperarlas al salir de nuevo a la urbe, pero al llegar allí no quiere parar. Me detengo para avisarlas y una vez llegan me animan a irme hacia delante. En esto nos cruzamos con 6 corredores, 5 de ellos conjuntados con el mono de Trijote Series. Les animo, y les aviso de que aún queda lo de la playa. Las chicas insisten con que tire hacia delante, si tengo fuerzas para animar es que estoy mejor. Me pregunto en voz alta si seré capaz de alcanzar a José Luis. Quedan 3 km para meta y me lanzo a una persecución romántica, puesto que mi única motivación es entrar en meta con mi amigo y compañero. La gente se sorprende al verme pasar a 4:45min/km. Yo mismo estoy sorprendido de llevar aún esta gasolina en las piernas. Mantengo, mantengo y disfruto como un enano adelantando a 15 corredores en estos últimos metros. Saboreo la potencía de mis piernas y ser capaz de mantener el ritmo, signo inequívoco de estar fenomenal. Por fin veo a José Luis a 500m de meta, le doy una voz para que me espere. La sonrisa ya esta en nuestros rostros, el reto esta superado. No siento la alegría de otras veces. No experimento el alivio de terminar una experiencia agotadora, por que no me siento agotado. ¿Estaremos cogiendo un fondo de atletas ultra? ¿será una falsa sensación? El reloj marca 12h 50 minutos. La alfombra roja, las luces, me quedo con cada paso hacia la meta. Memorizo cada flash, cada aplauso. Todo esto se repetirá en mi mente muchas veces. Todo pasa despacio, como cuando lo ves en las películas. Marivi me pasa a Rodrigo para que pueda cruzar la meta con el. El niño llora desconsolado, despertado de su placentero sueño y puesto por sorpresa en medio de este circo. Iván me abraza y se une a nosotros Jose Luis. Ha sido un gran año, el tercero desde que empezamos en este mundo de los ultras. Ya son parte de mi, han sido muchas horas, muchos km, muchas conversaciones, mucha preparación, muchos sueños compartidos. Siento alivio por terminar una temporada larga, pero ya se que en unas semanas empezaran los proyectos para la que viene. Esos segundos de reposo, tras cruzar la meta, dan más sentido a lo logrado, el cuerpo es consciente de que todo ha terminado. Aparto la mirada de todo, dedicandome un segundo a mi, me abrazo a mi alma mientras miro al suelo y me felicito por haber logrado superar un nuevo reto y esta vez con un gran tiempo. Salgo de mi intimo momento al oir a alguien decir pizza. Mi estómago ruge. Alguien dice cerveza y mi boca se hace agua. Allí nos tienes a los 3 mosqueteros, cerveza en mano y engulliendo pizza.
Llega Antonio Berrio, con el que hemos tenido una interesante serie de adelantamientos mutuos en los últimos 30km y nos hacemos una foto de club. Una foto de finishers.
Una ducha que sabe a gloria y a celebrarlo con nuestra afición, que ha sudado a lo largo del día como nosotros. Gracias por vuestro apoyo incondicional.
La noche es reparadora, pero el día siguiente lo es mas. Nos levantamos temprano por culpa del bebe, así que decidimos bajar a desayunar. José Luis está ya abajo. Me tiro desayunando 1h45'. Como de todo, sin prisa, saboreando los matices de cada cosa: fruta, tostadas, bollería, huevos fritos con patatas, zumos de todos los colores, fiambre, quesos, cola caos, cafés,..... Una de las mejores experiencias gastronómicas de mi vida.
La mañana la dedicamos a recoger las bicis y a relajarnos en la piscina del hotel. Agua fría en la piscina, con un sol de justicia en el cielo. El entorno ideal para ayudar en nuestra recuperación.
Nos despedimos del hotel, no siempre se está en un 4 estrellas, como el Hotel Puerto Antilla, por tan poco dinero y emprendemos el camino de vuelta a casa.
Yo no tengo claro si aquí se ha terminado un camino o si en realidad ya he comenzado otro.
Tenía 3 objetivos cuando me inscribí en el Iberman:
1.- Ser finisher
2.- Disfrutar
3.- Tratar de correr todo el maratón, al ritmo que fuese.
Repasar mentalmente mis objetivos me frustra, he fallado a algo tan sencillo como correr. Cuantas veces he pensado lo sencillo que era simplemente correr, a 7, a 8min/km, pero correr. La diferencia entre andar y correr denota actitud, capacidad, fortaleza. Todo lo que yo no tengo ahora. El puñetero sol se esta clavando en mi nuca. Mojo la gorra y la giro para tapar mi cuello con la visera. Estoy hundido, probablemente mi peor momento en lo que va de día. Kilómetro 8, encarando el puente internacional camino de Ayamonte. La autovia sube ligeramente y no deja de pasarme gente. De repente oigo un claxon, el coche de mi mujer se aparta del carril habilitado y se mete en el carril que han cortado para nosotros. Otro coche se mete tras ellas dando paso a una ambulancia que venía detrás. Una mano asoma por la ventanilla del copiloto, probablemente sea Mariví, portando una coca cola, a modo de cebo para que me acerque. Es como una aparición, ¿estaré soñando?. El coche de detrás se impacienta, toca el claxon de forma impertinente, la mano de la ventanilla suelta la Coca Cola y ambos coches se ponen en marcha. No he podido ni hacer el intento de correr los 40m que me separaban del coche. La lata rueda hasta el borde del puente y el corredor que va delante de mi duda si debe cogerla o no. Finalmente llego hasta ella mientras veo alejarse el coche de mi familia. No se fisiológicamente lo que tengo, ni que explicación tendrá lo mal que me sabe la Coca Cola en la boca, pero me sienta genial el frescor de este refresco por antonomasia, que contrasta con el quemazón del sol en mi espalda y en mi cuello. Debo tener paciencia y esperar a que mi cuerpo absorba los azúcares y la cafeína, a estas alturas de carrera y en mis condiciones, esperar esto es un acto de fe. Al final del puente hay unos fotógrafos y aprovecho la bajada para trotar y posar. Intentó alargar el stint intentando forzar mi recuperación pero aún no me encuentro bien. Nos desvían hacia Ayamonte, por fin fuera de la autovia. El móvil ya tiene cobertura española y aprovecho para evadirme. Informo a mi mujer de lo regular que voy, ella espera que la Coca Cola que me ha hecho llegar funcione. Escribo a mi equipo de rugby, describiendo que me encuentro en una fase de superar los límites. Esas fases donde has de luchar contra todo, cuerpo y mente. Todos se vuelcan con mensajes de ánimo. En esas, una voz desde atrás me llama "hombre Toty, como vas?". Es Antonio Berrio, pertenece a mi club de maratón pero reside en Almería. Que pequeño es el mundo!!!! Hablo un minuto con el y cuando quiere relanzar la carrera me ánimo a seguirle. De repente me encuentro mejor, ir con alguien me distrae y parece que el dolor de estómago se disipa. Lo cojo con tantas ganas que enseguida me anima a seguir yo sólo, porque me estoy lanzando y le voy a sacar de punto. De eso nada, ahora mismo no me fío, puede ser un espejismo y valoro más su compañía. Solo hemos rodado un par de km juntos cuando, de repente, veo 50m por delante de mi, a José Luis teléfono en mano. Levanto los brazos pidiendo una explicación. Me encuentro a mi compañero pidiendo la retirada y saco mi faceta de psicólogo deportivo. Me quedo con el y me despido de Antonio. Hay que seguir, José Luis, como sea. La ansiedad ha provocado que descuidase la parte cerebral de la carrera: alimentación, ritmo,... Al final se ha quedado sin gasolina. Andurreamos unos 500m y tratamos de iniciar el trote. Puede! A Jose Luis le encantan los números, las estadisticas, es el más calculín de los tres. Le hago los números gordos, tenemos 27km por delante, los mismos que el día de la media de Puertollano. Ese día empleamos 2h10' en recorrer esa distancia y hoy dispondriamos de 2h50' para hacer lo mismo y así podría bajar de 12h, su objetivo. El escucha en silencio y sigue corriendo. Primero con cautela, 6:20min/km, luego nos vamos encontrando y nos ponemos a 5:30min/km. Este ritmo es demoledor para los otros corredores, no dejamos de adelantar gente.
El calor y la humedad de las marismas nos obligan a ir con las cremalleras abajo |
José Luis va a mas y empiezo a preocuparme por que me reviente a mi también. En el km 20 se empieza a venir abajo y al llegar a la media maratón ya va inmerso en aclarar cuales son sus sensaciones. Un grupo de adolescentes voluntarias que gritan "campeones!" a nuestro paso, nos arranca una sonrisa. En el km 22,5 se tiene que parar de nuevo. Se tira en el suelo y cierra los ojos.
José Luis mediatndo su futuro en el Iberman, km 22,5 del maratón. |
En estos momentos, unos minutos de parada consiguen que algo de la gasolina que llevas en sangre llegue a los músculos. Aprovecho para informar de nuestra situación a las familias. Tras 10 minutos de parada iniciamos el camino de nuevo, otra vez andando. Apenas queda 1km para llegar a Redondela, km25 y conseguimos correr nuevamente. Al pasar junto al avituallamiento José Luis no para y yo trato de buscar Coca Cola. No hay pero me ajusto el chip que me esta rozando y me ducho con el agua que me ofrecen los voluntarios. Me ha hecho pupa mental el no encontrar Coca Cola y a Jose Luis le ha sentado bien pillar asfalto (es muy típico de estas pruebas que cuando tu vas bien el otro mal y viceversa). El estómago comienza a llamar la atención nuevamente y ahora parece que me sube un reflujo. Me trago el amago pero la sensación se repite prácticamente cada paso. Es imposible que lleve nada en el estómago, no puedo vomitar nada, pero nada me puede apetecer menos que liarme a dar arcadas en seco. Llegamos al famoso desvío, que anunciaron anoche en la charla técnica, para evitar los 3 km de playa. Sorprendentemente, el desvío consiste en meternos por un pinar donde el firme es idéntico al de la playa. Arena suelta que complica transmitir en cada pisada y exige un doble esfuerzo de estabilidad y potencia. El terreno me recuerda al del Pinar de Roche y trato de sacar imágenes de cuando corro por ahí para intentar escapar mentalmente. El esfuerzo mezclado con el amago de arcada me va arrancado un gemidito en cada zancada. Debe ser muy molesto para mi compañero de carrera pero no puedo hacer nada por evitarlo y casi que me alivia. En mitad del pinar nos esta esperando Victor, el hermano de José Luis, con la cámara de video al hombro. Es una inyección, nos jalea, nos graba, corre con nosotros, siempre detrás para evitar sanciones y mientras tanto nos informa sobre Ivan. No para de alentarnos y me dejo llevar por su ánimo. Volvemos a ponernos por debajo de 6min/km. El paseo marítimo esta cerca, ya se intuyen las casas a través de la arboleda. Llegamos a el, enseguida hay un puesto de avituallamiento y en este si hay Coca Cola. Me enchufo un par de vasitos mientras Jose Luis me mira. Noto que a él, esta paradita, no le esta sentando bien pero a mi me da la vida. Aprieto los dientes y arranco de nuevo, José Luis respira aliviado. Víctor también sufre, correr no es lo suyo, pero sabe que ahora animar es importante y sigue nuestra estela. El paseo ayuda a evadirte. Mucha gente, aplausos, ánimos,... Todo el mundo te quiere dedicar un saludo. Se oye al speaker, vamos a pasar delante de meta para alejarnos y luego volver. Siento que cada vez estoy más cerca de ser finisher. Pasamos junto al padre de José Luis. Juan se pone de pie al reconocer a su hijo, sus ojos contienen un mar de ansiedad por la espera. Jose Luis le dedica unas palabras de cariño para que sepa que esta bien pero no hay capacidad para hacer una nueva parada. No puedo evitar emocionarme, el cansancio baja mi fortaleza emocional y mi deshidratación ahoga mi llanto que muere sordamente en mi garganta. Alejarnos de la meta endurece la carrera, no ves el momento de dar la vuelta y acercarte de nuevo. Nos dan una referencia de un gran pino para iniciar el regreso, pero al llegar a el, vemos que la referencia es errónea. Otro palo psicológico. Seguimos avanzando, el objetivo está en encontrar a nuestras mujeres, que se han puesto de corto para acompañarnos unos kilómetros. Las vemos y yo me vengo abajo físicamente.
Km 30, llegamos a donde nos esperan nuestras mujeres y echo pie a tierra nuevamente |
Otra vez me siento vacío. Ando con Ceci, intentamos trotar, vuelta a andar,... Ceci nunca me ha visto así, quiere ayudarme, me coge de la mano, trata de empujarme mientras corremos pero se da cuenta de que aquello no funciona. Le pido simplemente que este, que me hable de cosas diferentes a las que he estado pensando todo el día.
Concentrado en dar un paso tras otro, en compañia de Ceci, sabiendo que solo así conseguire acercarme al final |
De repente un corredor que se cruza con nosotros nos advierte de que aún quedan 4km de playa. Es portugués, le he entendido regular, pero esta claro que ahí delante nos espera un regalito. Llegamos al km 35, efectivamente aquello abandona el paseo marítimo, o lo que quedaba de el, para meterse en la orilla del mar. Vamos andando. El aire del mar refresca mi acalorada piel. Aprovecho la ausencia de jueces para bajarme la parte de arriba del mono, algo prohibido, tengo mucho calor y la piel me arde.
Estaba claro que el sol queria dejar su huella en el llamado "Ironman de la Luz" |
Me acuerdo de los que vienen por detrás, yo estoy disfrutando de una puesta de sol pero los que se retrasen más no van a tener luz por aquí. La organización ha dispuesto unas antorchas que el aire ha apagado, pero también ha colocado balizas luminosas. No recuerdo que nadie hubiese hablado de playa a estas alturas de carrera, por lo que puede ser mortal para muchos encontrarse esto de noche. José Luis, con Ana, ha echado a correr y se van alejando cada vez más. Yo voy corriendo a trozos y mantengo la distancia visual con ellos. Estamos llegando al km 36,5 y ahora parece que soy capaz, nuevamente, de correr. Al llegar al 37, 500m después, ya estamos pegados a ellos. Nuevo avituallamiento, otra vez sin Coca Cola. Los jueces advierten a nuestras mujeres de que no pueden acompañarnos, pero con la iglesia hemos topado, Ana, que para esto tiene muchas tablas, se descuelga con un "hemos venido hasta aquí a animarles y tendremos que volver al coche!!". El juez no insiste, cualquiera se atreve, pero ha metido el miedo en el cuerpo a nuestras acompañantes, que ahora prefieren ir por detrás de nosotros. La noche ya ha caído y hemos abandonado la arena para deshacer nuestros pasos por un camino paralelo a la playa. La visibilidad es nula y me acuerdo de César y Nano, con los que tantos madrugones a oscuras he compartido estos dos años. Hay balizas blancas, balizas rojas, puestos de voluntarios e incluso bicicletas con las cegadoras "largas" puestas. José Luis esta por debajo de 6min/km otra vez y no parece que le preocupe que las chicas se queden atrás. Decidimos esperarlas al salir de nuevo a la urbe, pero al llegar allí no quiere parar. Me detengo para avisarlas y una vez llegan me animan a irme hacia delante. En esto nos cruzamos con 6 corredores, 5 de ellos conjuntados con el mono de Trijote Series. Les animo, y les aviso de que aún queda lo de la playa. Las chicas insisten con que tire hacia delante, si tengo fuerzas para animar es que estoy mejor. Me pregunto en voz alta si seré capaz de alcanzar a José Luis. Quedan 3 km para meta y me lanzo a una persecución romántica, puesto que mi única motivación es entrar en meta con mi amigo y compañero. La gente se sorprende al verme pasar a 4:45min/km. Yo mismo estoy sorprendido de llevar aún esta gasolina en las piernas. Mantengo, mantengo y disfruto como un enano adelantando a 15 corredores en estos últimos metros. Saboreo la potencía de mis piernas y ser capaz de mantener el ritmo, signo inequívoco de estar fenomenal. Por fin veo a José Luis a 500m de meta, le doy una voz para que me espere. La sonrisa ya esta en nuestros rostros, el reto esta superado. No siento la alegría de otras veces. No experimento el alivio de terminar una experiencia agotadora, por que no me siento agotado. ¿Estaremos cogiendo un fondo de atletas ultra? ¿será una falsa sensación? El reloj marca 12h 50 minutos. La alfombra roja, las luces, me quedo con cada paso hacia la meta. Memorizo cada flash, cada aplauso. Todo esto se repetirá en mi mente muchas veces. Todo pasa despacio, como cuando lo ves en las películas. Marivi me pasa a Rodrigo para que pueda cruzar la meta con el. El niño llora desconsolado, despertado de su placentero sueño y puesto por sorpresa en medio de este circo. Iván me abraza y se une a nosotros Jose Luis. Ha sido un gran año, el tercero desde que empezamos en este mundo de los ultras. Ya son parte de mi, han sido muchas horas, muchos km, muchas conversaciones, mucha preparación, muchos sueños compartidos. Siento alivio por terminar una temporada larga, pero ya se que en unas semanas empezaran los proyectos para la que viene. Esos segundos de reposo, tras cruzar la meta, dan más sentido a lo logrado, el cuerpo es consciente de que todo ha terminado. Aparto la mirada de todo, dedicandome un segundo a mi, me abrazo a mi alma mientras miro al suelo y me felicito por haber logrado superar un nuevo reto y esta vez con un gran tiempo. Salgo de mi intimo momento al oir a alguien decir pizza. Mi estómago ruge. Alguien dice cerveza y mi boca se hace agua. Allí nos tienes a los 3 mosqueteros, cerveza en mano y engulliendo pizza.
Llega Antonio Berrio, con el que hemos tenido una interesante serie de adelantamientos mutuos en los últimos 30km y nos hacemos una foto de club. Una foto de finishers.
4 miembros del Ala14 y 4 finishers, unos cracks! |
Una ducha que sabe a gloria y a celebrarlo con nuestra afición, que ha sudado a lo largo del día como nosotros. Gracias por vuestro apoyo incondicional.
La noche es reparadora, pero el día siguiente lo es mas. Nos levantamos temprano por culpa del bebe, así que decidimos bajar a desayunar. José Luis está ya abajo. Me tiro desayunando 1h45'. Como de todo, sin prisa, saboreando los matices de cada cosa: fruta, tostadas, bollería, huevos fritos con patatas, zumos de todos los colores, fiambre, quesos, cola caos, cafés,..... Una de las mejores experiencias gastronómicas de mi vida.
La mañana la dedicamos a recoger las bicis y a relajarnos en la piscina del hotel. Agua fría en la piscina, con un sol de justicia en el cielo. El entorno ideal para ayudar en nuestra recuperación.
Nos despedimos del hotel, no siempre se está en un 4 estrellas, como el Hotel Puerto Antilla, por tan poco dinero y emprendemos el camino de vuelta a casa.
Las dimensiones del hall del hotel eran expectaculares, así como la vegetación de todo el patio central |
Yo no tengo claro si aquí se ha terminado un camino o si en realidad ya he comenzado otro.