miércoles, 16 de octubre de 2013

2013.10.05 IBERMAN - Ironman de la Luz

Me siento raro. Estoy en un pico de forma y llevo 2 meses haciendo un entrenamiento diario cuya intensidad ha ido a más hasta la semana pasada, en la que comencé a levantar el pie del acelerador. En este momento físico he decidido no hacer absolutamente nada los 5 días previos a la competición. Y me está comiendo la ansiedad. Las sensaciones son las de estar metido en un formula 1, en la parrilla de salida, acelerando a tope pero el semáforo no se pone en verde. Esta semana debería haber sido la de la calma, el reposo y la organización. Sin embargo tengo la curiosa habilidad de desestructurar mis horas previas a la competición. Mi hijo pequeño (6 mese y medio) ha decidido que esta semana, conmigo más tiempo en casa, es la ideal para echar dos dientes y darnos unas noches de aupa. El trabajo quiere agrupar los plazos de varios clientes para que no de abasto ni un minuto. Reuniones de vecinos en la comunidad,.... En fin que me planto en el jueves por la tarde y lo único que he hecho es escribir en un papel lo que necesito, lo que tomaré en cada segmento, la ropa de repuesto,...
Esquema de que tomaré y donde

No estoy nervioso, no tengo hormigueo en el estómago, mi temporada está mas que justificada. Tres retos: uno puesto por Ivan, la Transvulcania (84km), otro puesto por mi, el Gran Trail de Peñalara (110km)y otro puesto por José Luis, el Iberman. Una temporada impensable para muchos mortales y la estoy disfrutando, no he sufrido lesiones a pesar de la carga, he sido finisher en las dos primeras pruebas y estoy en condiciones de que si nada sale mal, tambien lo seré en la tercera.
El viernes viene todo de golpe. Cargar el coche y partir a Ayamonte con apenas 6h para hacer el checking de la bicicleta, con 450km por recorrer y un bebé lactante en el coche generan una ansiedad que como siempre pago con la gran mujer con la que he decidido recorrer mi vida. Ella, consciente de mi situación, aguanta con paciencia mi tensión.
Llegamos al hotel a las 20:15, 45 minutos para recoger el dorsal, dar un repaso a la bolsa de la transición 2 (T2) y la bici. La bolsa ya no la veré hasta mañana (se la llevan a Portugal). La bici podré repasarla en cualquier momento hasta las 7:30h de mañana. El resto de la expedición ya está listo y todos se vuelcan en ayudar para que llegue a tiempo a todo. "Deja el carrito aquí", "ya cojo yo al niño", "tu ve alli, ya me quedo vigilando",...
21:15h, todo listo y una gran presión deja de oprimirme el pecho, se ha ido la ansiedad, ya solo queda velar armas para la batalla de mañana. Salimos a cenar algo de pasta en grupo.
Paseo el día de antes, fundamental para relajar antes de dormir. 4 de Octubre y en manga corta por la noche!!!

Lo importante es tener algo de carbohidrato disponible para mañana y relajarnos para tratar de dormir algo.
Rodriguito nos da la mejor noche de la semana, he sacado 5h del tirón y estoy hasta cansado de dormir tanto. Son las 6:10h y me dirijo al comedor. Todo me recuerda a cuando salía en la procesión del silencio, la gente yendo a un punto en común, pero en un respetable silencio, reflejo de la concentración, de ir focalizado en lo que comenzará un par de horas después. Hacemos un desayuno los 3 juntos, José Luis con un enfoque técnico, Ivan más terrenal y yo más precavido (mis cereales de casa para garantizar que me sientan bien).
Caras de sueño a las 7 a.m. e el hall del hotel
Al terminar el desayuno nos despedimos y quedamos en 10' en el hall. Me vuelvo poco operativo, no puedo centrarme en nada. Hemos quedado en ir a repasar la presión de las ruedas y luego nos pondremos los neoprenos. Bajo con el neopreno pero sin la bolsa de la bici. Subo a por la bolsa y ahora resulta que no he rellenado los botes de agua. Subo a rellenar los botes y se me olvida el móvil. Corcholís, llevo 3 carreritas con el neopreno puesto y a este paso voy a llegar baldado al agua, jajajaja!!!!
Una última subida a la habitación para despedirme de mi mujer y mi hijo. Están tronchados. Ha sido una semana larga.

Nos dirigimos a la salida del agua. Son las 7:45 y aún es noche cerrada. Todo son chocar manos y abrazos para desear suerte. Todos vestidos de delfines con los neoprenos. Todos mirando al mar, deseando que el sol despunte para poder empezar cuanto antes. El momento no llega y aprovechamos para hacernos un foto con Javier Ortiz, Javier Pérez y Alberto Plata, otros triatletas de Ciudad Real y Bolaños con los que he estado en contacto por whatsapp estas ultimas semanas. No se como Javi Ortiz ha sido capaz de reconocerme entre 800 tíos vestidos de negro y con gorro en la cabeza..
Los 3 fantasticos
De izquierda a derecha: Ivan, Toty, José Luis, Javi Perez, Javi Ortiz, Alberto Plata y no se quien, jajaja!!!

El speaker comienza  a levantar la voz, hay que acercarse al reloj de la salida y esperar a oir el clásico disparo. No hay la algarabia de las salidas, aquí cada uno va buscando su ritmo desde ya, sobre todo los que ya sabemos lo que es meterte en el agua con 800 personas a la vez y comenzar a nadar. Queremos intentar ir juntos para tratar de llevar a José Luis, pero la idea no sobrevive más de 100m. Esto es supervivencia pura. Mirar el objetivo, tratar de nadar, recibir una patada, seguir tratando de nadar, recibir un choque lateral, reorientarte al objetivo, seguir nadando, un manotazo en la cara,... Ya he pasado antes por esto y relativizo todo. He de centrarme en coger mi ritmo, en nadar con técnica, en hacer lo que he estado entrenando. La primera boya tarda unos 500m en llegar, el paso por ella es un cuello de botella que me obliga por momentos a nadar a braza, pero a la salida encuentro más huecos y empiezo a nadar con relativa tranquilidad. El agua está tranquila, no esta fria y ademas tengo la visibilidad justa para ver mis manos penetrar en ella y coger agua. Son los ingredientes perfectos para evadirme y avanzar. Segunda boya, un cuarto de segmento hecho, ya llevo 1.200m. Ahora parece que la corriente viene de tierra, pero no es molesta. Tercera boya, han caido otros 230m, las sensaciones mejoran, ya he calentado. Mis manos empiezan a coger mas agua y noto que avanzo más. Los nadadores de delante se van acercando y yo voy lanzado. He enganchado con una veintena de nadadores que iban unos 40m delante de mi. Giramos la cuarta boya, ya he pasado el km 2 y nos dirigimos a tierra a hacer el paso por el chip. Salir a la arena, aunque sea corriendo, te da un descanso. Oigo ánimos de Gema y Pilar, que recojo con agrado y uso para motivarme más. Pierdo unos segundos al entrar en el agua en colocarme bien las gafas. La unica pega de esta primera vuelta ha sido que el agua ha ido entrando en mi ojo izquierdo y siento el globo ocular como si lo hubiese tenido toda la noche en salmuera. Comienzo la segunda vuelta, no me explico que de nuevo tenga que batirme con empujones, patadas, manotazos,... El de delante me da una patada con una uña tipo molusco me hace un corte en el dedo anular de la mano izquierda, no tengo tiempo de quejarme y por lo menos no me ha roto nada. Algunos en lugar de dar patadas da coces!!!. Esta vuelta, entre las boyas 2 y 3, el sol ya está sobre el agua y nos ciega a la hora de buscar referencias. Noto que me cuesta más mantener el timón, a mi y al resto por que en un momento determinado un tio pasa literalmente por encima de mi espalda. Las gafas hoy están dando la tabarra y tengo que reajustarlas de vez en cuando. Las sensaciones son buenísimas, no noto cansancio y creo que llevo buen ritmo. Los recuerdos del medio ironman de Marbella están sellando el pasaporte para irse de mi memoria.

Track del GPS en el agua. Si me ve la Guadia Civil me hace soplar!!
Salgo del agua, me quito las gafas, el gorro, el gps e inicio la bajada de cremallera de neopreno. Gema y Pilar siguen animando. Ya me he quitado la parte de arriba y al pasar bajo el arco de salida oigo un "Toty" que me hace girarme.


Mi mujer y mi renacuajo están ahí. Me acerco a darles un beso, aporte calórico de incalculable valor. Corro hasta mi bici y me encuentro a Ivan colocandose el casco. Se despide con un "ahora me coges", que cachondo!!. Me despeloto sin rubor y me coloco el mono de triatlon mientras voy bebiendo un bote de sales y carbohidratos. Creo que he hecho una buena transición, para lo que soy yo. Me monto en la bici y nueva dosis de ánimo con foto incluida, Marivi ha corrido desde el agua hasta aquí para captar la salida de su marido y de paso me ha cogido a mi.
Salida de la T1 capturada por Marivi, cuya sombra se intuye al pie de foto

Enseguida ruedo fácil. El velocímetro marca 32km/h y pienso que me estoy excediendo. Trato de dosificar y buscar mi ritmo levantando el pie del acelerador. Sin embargo el ritmo sigue ahí, casi sin esfuerzo. Alguno me pasa pero voy bastante bien y yo tambien paso a gente. En momentos en los que nos agrupamos varios, unos adelantando y otros siendo cazados, un juez nos pide que ocupemos toda la calzada para marcar espacios y evitar el drafting. Estoy un poco receloso, estos 50 primeros km deberían ser duros, con el aire de cara, pero me estoy acoplando muy bien y los ritmos son buenisimos para mi. Llego al km 30, mando un whatsapp a Ceci para que sepa como voy de ritmo (30,2km/h) y vaya haciendo sus cuentas para irme a ver a algun punto de la bici. Enciendo el ordenador y saco el gel que me toca meterme ahora. Sigo a mi ritmo, esta primera hora ha pasado volando. Cada vez que veo a alguien de negro en el horizonte pienso en que estaría bien que fuese Ivan y así ir con alguien conocido. Me pasan unas bicis dignas de salir en la tele, menudos pepinazos de bicicletas, pero lo curioso es que a pesar de los cascos aerodinámicos, los botes colocados entre el acople o detrás del sillín, no son tantos los que me pasan y yo me estoy merendando a más de dos y tres. Estando en esto veo a Ivan a lo lejos, menudo subidón!! He necesitado 40km para materializar el "ahora me coges". No lo veo suelto y por su cara le sienta mejor que a mi el habernos encontrado. Empezamos el juego de hacernos compañia sin caer en la penalización del drafting (que se traduciría en 8 minutos en el penalty box). Casi siempre voy yo por delante por que me encuentro bien y en recta me estoy acoplando muy bien en el manillar de triatleta. En el km 50 nos encontramos con la familia de José Luis (su mujer Ana, su hermano Victor, su padre Juan, su cuñada Mariangeles y su sobrino Victor Manuel). Victor está con la cámara y nos jalea con gritos de ánimo. Les pedimos referencias de José Luis pero no oimos respuesta, nuestro cruce ha durado unos segundos. Nuevo pico de motivación encontrarnos a seguidores. Nos dirigimos hacia la frontera con Portugal y el terreno comienza a ondularse algo más.
Es complicado llevar un ritmo constante por que lo mismo hay que subir un piñon que bajar dos. Seguimos adelantando más gente de la que nos adelanta. En el km 60 tomo otro gel y le doy un bocado a la barrita de Ivan. Sigo a ritmo de 30km/h, mucho mejor de lo que pensaba!!. Ya voy pensando en el siguiente objetivo, el premio de la montaña que nos han colocado nada más cruzar a suelo portugues. Solo serán 2km pero con rampas hasta del 15%. Le digo a Ivan que hay que ir reservones hasta ese punto. Cruzamos un embalse y una pared nos frena en seco. Es mejor no levantar la vista por que solo ves una rampa mortal salpicada de ciclistas agitando sus bicis en un lento avance. Despego el culo del sillín y aligero el desarrollo. La vista se posa a unos metros de mi rueda delantera y así durante 5 minutos. Cuando el terreno suaviza hago el esfuerzo de no emperrar el ritmo y enseguida me obligo a mover más desarrollo. Sigo con Ivan y eso es bueno. Siguiente objetivo, 20km mas adelante, donde está el avituallamiento propio, km 97,5.
La carretera vuelve a estirarse suavemente, hay menos curvas pero los falsos llanos se adueñan de esta parte, siempre subiendo o bajando ligeramente. Entramos en Mertola, pueblo donde está el avituallamiento, y se nos ponen los pelos de punta, venimos lanzados de una bajada y el asfalto se torna empedrado con la bici a 35km/h. Rezo para no reventar o pinchar una rueda. 600m de adoquinado portugues que me han metido más vibración que las plataformas esas de adelgazar. El avituallamiento propio esta a la vuelta de una esquina y obliga a frenar de golpe. Ivan se adelanta a mear mientras yo trato de comerme el bocata de jamon. Es imposible comerselo con el pan del dia anterior. Me meto unas lonchas de jamón en la boca y le doy algo a Ivan. Ahora paro a mear yo e Ivan se adelanta. Al reincorporarme la carretera vuelve a subir y mi compañero ha abierto un hueco de varios centenares de metros. Trato de no cebarme, la paradiña no me ha sentado bien y mis piernas se han espesado un poco. Cuando salimos de las cuestas consigo engancharme a Ivan y trato de reencontrar sensaciones. Las rectas de falso llano hacia abajo me permiten acoplarme, coger velocidad y llenar el depósito de confianza. Una gran bajada, de esas que me gustan nos deja en el km 120. Faltan 14km para ver a nuestra gente otra vez. Pero nada sale gratis en esta prueba y la carretera pica hacia arriba de nuevo. Ya van pesando las 4h y pico sobre la bici. Kilómetro 125 y nos desvian hacia Alcoutin, el terreno torna y se vuelve favorable unos 5km para lanzarnos a una bajada fuerte salpicada de cerradas curvas. Cometo la imprudencia de acoplarme en la bajada. De repente veo que la curva que viene es muy brusca y pierdo un segundo en salir del acople. Dios! me he tragado la curva del todo! tiro de freno, la rueda comienza a derrapar y a culear. Noto que la adrenalina inunda mi cuerpo, el quitamiedos está a escasos metros, Ivan no puede reprimir un grito de "Toty!!!" detrás de mi, mientras me peleo con la bici para no irme al suelo ni salir volando. Desbloqueo el freno para volver a clavar las pastillas contra la llanta. La bici, cual potro desbocado, claudica a mis ordenes y respiro tranquilo, la curva es mia. Me adelantan dos triatletas preguntandome si estoy ok, trato de aparentar tranquilidad mientras les digo que si. Ha estado cerca!. Ivan no me ha adelantado y supongo que había tirado de frenos para socorrerme. Trato de centrarme en lo positivo y es que ya estamos en el km 133, en 1km recibimos un saco de ánimo. Llegamos juntos y aprovechamos para escuchar noticias mientras nos hidratamos. El isotónico de la organización no puede estar más malo, mas concentrado y más dulce. El calor ya es considerable.

Llegada al avituallamiento del km 134. Llevamos 4h 32' encima de la bici y 5h 45' de prueba
Hidratando. Y si, lo que llevo en el pecho es un bote extra para poder refrescarme en carrera

Este avituallamiento, en mitad de una subida, nos da un par de minutos de sosiego. Pedimos referencias de José Luis, nos dicen que las 2 veces que lo han visto estaba unos 10-12 minutos por detrás de nosotros, que no parece poder recortar distancias. Se confirma lo que le decía yo a Ivan, que nosotros estabamos rodando bien y que iba a ser imposible que nos cogiese.
Seguimos la carrera, me despido de Ceci y de Rodrigo. Un centenar de metros por delante, a la sombra, están el padre de José Luis y de su sobrino. Ya esta hecho, solo quedan 40km de bicicleta. Ivan ha mejorado o yo he empeorado porque ahora es el el que tiende a ir delante. El recorrido no ha terminado de sorprendernos. A la multitud de sube/baja del recorrido se le suma ahora un par de tramos de 100m sin asfalto donde la organización ha tenido el detalle de poner  unas alfombras para evitar los malditos pinchazos. Mi pierna izquierda hace amagos de querer contracturarse. Primero el gemelo, luego el femoral, luego el cuadriceps. Quedan 15km y ya es inevitable empezar a pensar en el maratón que aún nos queda por correr. Miedo me da pensar en lo que pueda pasar con esta pierna izquierda.
El mono ha aguantado a la perfección las 6h15' de bici a pesar de la fina badana. Se acabó la bici, la entrada en la transición la hacemos frenando en seco, mal señalizada, porque nos encontramos de bruces con la linea de pie a tierra. Nuestras mujeres están junto a nuestras bicis, haciendo fotos, sonriendo, pidiendonos sensaciones.

Llevamos 7h20' de carrera. Saco el bocata de jamon con tomate que dejé ayer en la bolsa de la T2 y le doy un bocado. Al minuto tengo que escupir la bola que tengo en la boca. No tengo saliva para deglutir esto. Ivan está listo y posamos para empezar el ultimo segmento de la prueba.

Junto a mi mujer, tratando de coger fuerzas y mentalizarme para lo que me queda
Todo listo, Ivan y yo salimos al asfalto a superar los 42km 197m que nos restan para ser finisher

Comienza nuestra prueba, para los que venimos de correr este es, a priori, el más sencillo de los segmentos. Mis sensaciones hasta ahora han estado muy por encima de mis previsiones. Le pido a Ivan andurrear un poco mientras me mentalizo de que hay que correr. El, como siempre, dice que no, que vayamos despacio pero que empecemos cuanto antes. No llevamos ni 700m cuando nos cruzamos con José Luis que esta terminando la bicicleta. Subidón! está aqui al lado y veniamos hablando de que ojalá no le hubiese podido la ansiedad de cogernos. Mi ritmo (6'10") está siendo demasiado lento para Ivan que poco a poco se separa de mi. No puedo ir más rápido, se me está hinchando el estómago. Llevo todo el día con gases, pero en la bici no me estaba costando soltarlos. Ivan se ha frenado una vez, se que no lo hará otra por que conozco estas sensaciones y pinta mal. Le digo que siga, que comienzo mi calvario y mejor afrontarlo solo, sin la carga de estar frenando a un compañero. Nos despedimos con un choque de manos, ya hemos estado aquí otras veces y el ahora sabe que yo voy a acabar, que esto no puede conmigo. Su marcha me deja como más desnudo y el sol parece cebarse conmigo. Mi paso ya es claramente lento, sin embargo estoy en 6'19"/km, pero me estoy doblando hacia delante obligado por el retortijón de estómago. En el km 4 y pico, a pesar de que no quería parar, me veo obligado a andurrear. A los pocos metros me adelanta José Luis como un tiro. Me anima a no rendirme. Noto lo mismo que con Ivan, ya les he demostrado que no soy fácil de batir así que no pierden tiempo animandome. Este tramo de carrera es más bien feo. Carretera, encerrados en un arcen de medio metro, separados por conos de los coches que pasan a un metro de nosotros y camino de enganchar con la autovía para cruzar a España. Ya estoy en esa situación en la que tantas veces me he visto. Superado por mis compañeros de aventuras y limitado por mis problemas físicos. Esta vez no me autocastigo por no haber cuidado más la alimentación o la hidratación. No tiene sentido y he ganado suficiente renta como para garantizarme llegar a meta. El sol parece querer sacarme de mi lado optimista. Los rayos se clavan en mi cuello y en mi espalda. Saco el móvil para intentar evadirme. A pesar de sólo separarme un par de km de territorio español, no tengo cobertura con mi operador. Guardo el móvil y trato de evadirme. Hay que avanzar como sea y me niego a pararme en ningún momento. Trato de sacar mi lado analítico.

Tenía 3 objetivos cuando me inscribí en el Iberman:

1.- Ser finisher
2.- Disfrutar
3.- Tratar de correr todo el maratón, al ritmo que fuese.

Repasar mentalmente mis objetivos me frustra, he fallado a algo tan sencillo como correr. Cuantas veces he pensado lo sencillo que era simplemente correr, a 7, a 8min/km, pero correr. La diferencia entre andar y correr denota actitud, capacidad, fortaleza. Todo lo que yo no tengo ahora. El puñetero sol se esta clavando en mi nuca. Mojo la gorra y la giro para tapar mi cuello con la visera. Estoy hundido, probablemente mi peor momento en lo que va de día. Kilómetro 8, encarando el puente internacional camino de Ayamonte. La autovia sube ligeramente y no deja de pasarme gente. De repente oigo un claxon, el coche de mi mujer se aparta del carril habilitado y se mete en el carril que han cortado para nosotros. Otro coche se mete tras ellas dando paso a una ambulancia que venía detrás. Una mano asoma por la ventanilla del copiloto, probablemente sea Mariví, portando una coca cola, a modo de cebo para que me acerque. Es como una aparición, ¿estaré soñando?. El coche de detrás se impacienta, toca el claxon de forma impertinente, la mano de la ventanilla suelta la Coca Cola y ambos coches se ponen en marcha. No he podido ni hacer el intento de correr los 40m que me separaban del coche. La lata rueda hasta el borde del puente y el corredor que va delante de mi duda si debe cogerla o no. Finalmente llego hasta ella mientras veo alejarse el coche de mi familia. No se fisiológicamente lo que tengo, ni que explicación tendrá lo mal que me sabe la Coca Cola en la boca, pero me sienta genial el frescor de este refresco por antonomasia, que contrasta con el quemazón del sol en mi espalda y en mi cuello. Debo tener paciencia y esperar a que mi cuerpo absorba los azúcares y la cafeína, a estas alturas de carrera y en mis condiciones, esperar esto es un acto de fe. Al final del puente hay unos fotógrafos y aprovecho la bajada para trotar y posar. Intentó alargar el stint intentando forzar mi recuperación pero aún no me encuentro bien. Nos desvían hacia Ayamonte, por fin fuera de la autovia. El móvil ya tiene cobertura española y aprovecho para evadirme. Informo a mi mujer de lo regular que voy, ella espera que la Coca Cola que me ha hecho llegar funcione. Escribo a mi equipo de rugby, describiendo que me encuentro en una fase de superar los límites. Esas fases donde has de luchar contra todo, cuerpo y mente. Todos se vuelcan con mensajes de ánimo. En esas, una voz desde atrás me llama "hombre Toty, como vas?". Es Antonio Berrio, pertenece a mi club de maratón pero reside en Almería. Que pequeño es el mundo!!!! Hablo un minuto con el y cuando quiere relanzar la carrera me ánimo a seguirle. De repente me encuentro mejor, ir con alguien me distrae y parece que el dolor de estómago se disipa. Lo cojo con tantas ganas que enseguida me anima a seguir yo sólo, porque me estoy lanzando y le voy a sacar de punto. De eso nada, ahora mismo no me fío, puede ser un espejismo y valoro más su compañía. Solo hemos rodado un par de km juntos cuando, de repente, veo 50m por delante de mi, a José Luis teléfono en mano. Levanto los brazos pidiendo una explicación. Me encuentro a mi compañero pidiendo la retirada y saco mi faceta de psicólogo deportivo. Me quedo con el y me despido de Antonio. Hay que seguir, José Luis, como sea. La ansiedad ha provocado que descuidase la parte cerebral de la carrera: alimentación, ritmo,... Al final se ha quedado sin gasolina. Andurreamos unos 500m y tratamos de iniciar el trote. Puede! A Jose Luis le encantan los números, las estadisticas, es el más calculín de los tres. Le hago los números gordos, tenemos 27km por delante, los mismos que el día de la media de Puertollano. Ese día empleamos 2h10' en recorrer esa distancia y hoy dispondriamos de 2h50' para hacer lo mismo y así podría bajar de 12h, su objetivo. El escucha en silencio y sigue corriendo. Primero con cautela, 6:20min/km, luego nos vamos encontrando y nos ponemos a 5:30min/km. Este ritmo es demoledor para los otros corredores, no dejamos de adelantar gente.
El calor y la humedad de las marismas nos obligan a ir con las cremalleras abajo

José Luis va a mas y empiezo a preocuparme por que me reviente a mi también. En el km 20 se empieza a venir abajo y al llegar a la media maratón ya va inmerso en aclarar cuales son sus sensaciones. Un grupo de adolescentes voluntarias que gritan "campeones!" a nuestro paso, nos arranca una sonrisa. En el km 22,5 se tiene que parar de nuevo. Se tira en el suelo y cierra los ojos.
José Luis mediatndo su futuro en el Iberman, km 22,5 del maratón.

En estos momentos, unos minutos de parada consiguen que algo de la gasolina que llevas en sangre llegue a los músculos. Aprovecho para informar de nuestra situación a las familias. Tras 10 minutos de parada iniciamos el camino de nuevo, otra vez andando. Apenas queda 1km para llegar a Redondela, km25 y conseguimos correr nuevamente. Al pasar junto al avituallamiento José Luis no para y yo trato de buscar Coca Cola. No hay pero me ajusto el chip que me esta rozando y me ducho con el agua que me ofrecen los voluntarios. Me ha hecho pupa mental el no encontrar Coca Cola y a Jose Luis le ha sentado bien pillar asfalto (es muy típico de estas pruebas que cuando tu vas bien el otro mal y viceversa). El estómago comienza a llamar la atención nuevamente y ahora parece que me sube un reflujo. Me trago el amago pero la sensación se repite prácticamente cada paso. Es imposible que lleve nada en el estómago, no puedo vomitar nada, pero nada me puede apetecer menos que liarme a dar arcadas en seco. Llegamos al famoso desvío, que anunciaron anoche en la charla técnica, para evitar los 3 km de playa. Sorprendentemente, el desvío consiste en meternos por un pinar donde el firme es idéntico al de la playa. Arena suelta que complica transmitir en cada pisada y exige un doble esfuerzo de estabilidad y potencia. El terreno me recuerda al del Pinar de Roche y trato de sacar imágenes de cuando corro por ahí para intentar escapar mentalmente. El esfuerzo mezclado con el amago de arcada me va arrancado un gemidito en cada zancada. Debe ser muy molesto para mi compañero de carrera pero no puedo hacer nada por evitarlo y casi que me alivia. En mitad del pinar nos esta esperando Victor, el hermano de José Luis, con la cámara de video al hombro. Es una inyección, nos jalea, nos graba, corre con nosotros, siempre detrás para evitar sanciones y mientras tanto nos informa sobre Ivan. No para de alentarnos y me dejo llevar por su ánimo. Volvemos a ponernos por debajo de 6min/km. El paseo marítimo esta cerca, ya se intuyen las casas a través de la arboleda. Llegamos a el, enseguida hay un puesto de avituallamiento y en este si hay Coca Cola. Me enchufo un par de vasitos mientras Jose Luis me mira. Noto que a él, esta paradita, no le esta sentando bien pero a mi me da la vida. Aprieto los dientes y arranco de nuevo, José Luis respira aliviado. Víctor también sufre, correr no es lo suyo, pero sabe que ahora animar es importante y sigue nuestra estela. El paseo ayuda a evadirte. Mucha gente, aplausos, ánimos,... Todo el mundo te quiere dedicar un saludo. Se oye al speaker, vamos a pasar delante de meta para alejarnos y luego volver. Siento que cada vez estoy más cerca de ser finisher. Pasamos junto al padre de José Luis. Juan se pone de pie al reconocer a su hijo, sus ojos contienen un mar de ansiedad por la espera. Jose Luis le dedica unas palabras de cariño para que sepa que esta bien pero no hay capacidad para hacer una nueva parada. No puedo evitar emocionarme, el cansancio baja mi fortaleza emocional y mi deshidratación ahoga mi llanto que muere sordamente en mi garganta. Alejarnos de la meta endurece la carrera, no ves el momento de dar la vuelta y acercarte de nuevo. Nos dan una referencia de un gran pino para iniciar el regreso, pero al llegar a el, vemos que la referencia es errónea. Otro palo psicológico. Seguimos avanzando, el objetivo está en encontrar a nuestras mujeres, que se han puesto de corto para acompañarnos unos kilómetros. Las vemos y yo me vengo abajo físicamente.
Km 30, llegamos a donde nos esperan nuestras mujeres y echo pie a tierra nuevamente

Otra vez me siento vacío. Ando con Ceci, intentamos trotar, vuelta a andar,... Ceci nunca me ha visto así, quiere ayudarme, me coge de la mano, trata de empujarme mientras corremos pero se da cuenta de que aquello no funciona. Le pido simplemente que este, que me hable de cosas diferentes a las que he estado pensando todo el día.
Concentrado en dar un paso tras otro, en compañia de Ceci, sabiendo que solo así conseguire acercarme al final

De repente un corredor que se cruza con nosotros nos advierte de que aún quedan 4km de playa. Es portugués, le he entendido regular, pero esta claro que ahí delante nos espera un regalito. Llegamos al km 35, efectivamente aquello abandona el paseo marítimo, o lo que quedaba de el, para meterse en la orilla del mar. Vamos andando. El aire del mar refresca mi acalorada piel. Aprovecho la ausencia de jueces para bajarme la parte de arriba del mono, algo prohibido, tengo mucho calor y la piel me arde.
Estaba claro que el sol queria dejar su huella en el llamado "Ironman de la Luz"

Me acuerdo de los que vienen por detrás, yo estoy disfrutando de una puesta de sol pero los que se retrasen más no van a tener luz por aquí. La organización ha dispuesto unas antorchas que el aire ha apagado, pero también ha colocado balizas luminosas. No recuerdo que nadie hubiese hablado de playa a estas alturas de carrera, por lo que puede ser mortal para muchos encontrarse esto de noche. José Luis, con Ana, ha echado a correr y se van alejando cada vez más. Yo voy corriendo a trozos y mantengo la distancia visual con ellos. Estamos llegando al km 36,5 y ahora parece que soy capaz, nuevamente, de correr. Al llegar al 37, 500m después, ya estamos pegados a ellos. Nuevo avituallamiento, otra vez sin Coca Cola. Los jueces advierten a nuestras mujeres de que no pueden acompañarnos, pero con la iglesia hemos topado, Ana, que para esto tiene muchas tablas, se descuelga con un "hemos venido hasta aquí a animarles y tendremos que volver al coche!!". El juez no insiste, cualquiera se atreve, pero ha metido el miedo en el cuerpo a nuestras acompañantes, que ahora prefieren ir por detrás de nosotros. La noche ya ha caído y hemos abandonado la arena para deshacer nuestros pasos por un camino paralelo a la playa. La visibilidad es nula y me acuerdo de César y Nano, con los que tantos madrugones a oscuras he compartido estos dos años. Hay balizas blancas, balizas rojas, puestos de voluntarios e incluso bicicletas con las cegadoras "largas" puestas. José Luis esta por debajo de 6min/km otra vez y no parece que le preocupe que las chicas se queden atrás. Decidimos esperarlas al salir de nuevo a la urbe, pero al llegar allí no quiere parar. Me detengo para avisarlas y una vez llegan me animan a irme hacia delante. En esto nos cruzamos con 6 corredores, 5 de ellos conjuntados con el mono de Trijote Series. Les animo, y les aviso de que aún queda lo de la playa. Las chicas insisten con que tire hacia delante, si tengo fuerzas para animar es que estoy mejor. Me pregunto en voz alta si seré capaz de alcanzar a José Luis. Quedan 3 km para meta y me lanzo a una persecución romántica, puesto que mi única motivación es entrar en meta con mi amigo y compañero. La gente se sorprende al verme pasar a 4:45min/km. Yo mismo estoy sorprendido de llevar aún esta gasolina en las piernas. Mantengo, mantengo y disfruto como un enano adelantando a 15 corredores en estos últimos metros. Saboreo la potencía de mis piernas y ser capaz de mantener el ritmo, signo inequívoco de estar fenomenal. Por fin veo a José Luis a 500m de meta, le doy una voz para que me espere. La sonrisa ya esta en nuestros rostros, el reto esta superado. No siento la alegría de otras veces. No experimento el alivio de terminar una experiencia agotadora, por que no me siento agotado. ¿Estaremos cogiendo un fondo de atletas ultra? ¿será una falsa sensación? El reloj marca 12h 50 minutos. La alfombra roja, las luces, me quedo con cada paso hacia la meta. Memorizo cada flash, cada aplauso. Todo esto se repetirá en mi mente muchas veces. Todo pasa despacio, como cuando lo ves en las películas. Marivi me pasa a Rodrigo para que pueda cruzar la meta con el. El niño llora desconsolado, despertado de su placentero sueño y puesto por sorpresa en medio de este circo. Iván me abraza y se une a nosotros Jose Luis. Ha sido un gran año, el tercero desde que empezamos en este mundo de los ultras. Ya son parte de mi, han sido muchas horas, muchos km, muchas conversaciones, mucha preparación, muchos sueños compartidos. Siento alivio por terminar una temporada larga, pero ya se que en unas semanas empezaran los proyectos para la que viene. Esos segundos de reposo, tras cruzar la meta, dan más sentido a lo logrado, el cuerpo es consciente de que todo ha terminado. Aparto la mirada de todo, dedicandome un segundo a mi, me abrazo a mi alma mientras miro al suelo y me felicito por haber logrado superar un nuevo reto y esta vez con un gran tiempo. Salgo de mi intimo momento al oir a alguien decir pizza. Mi estómago ruge. Alguien dice cerveza y mi boca se hace agua. Allí nos tienes a los 3 mosqueteros, cerveza en mano y engulliendo pizza.
Llega Antonio Berrio, con el que hemos tenido una interesante serie de adelantamientos mutuos en los últimos 30km y nos hacemos una foto de club. Una foto de finishers.
4 miembros del Ala14 y 4 finishers, unos cracks!

Una ducha que sabe a gloria y a celebrarlo con nuestra afición, que ha sudado a lo largo del día como nosotros. Gracias por vuestro apoyo incondicional.

La noche es reparadora, pero el día siguiente lo es mas. Nos levantamos temprano por culpa del bebe, así que decidimos bajar a desayunar. José Luis está ya abajo. Me tiro desayunando 1h45'. Como de todo, sin prisa, saboreando los matices de cada cosa: fruta, tostadas, bollería, huevos fritos con patatas, zumos de todos los colores, fiambre, quesos, cola caos, cafés,..... Una de las mejores experiencias gastronómicas de mi vida.
La mañana la dedicamos a recoger las bicis y a relajarnos en la piscina del hotel. Agua fría en la piscina, con un sol de justicia en el cielo. El entorno ideal para ayudar en nuestra recuperación.
Nos despedimos del hotel, no siempre se está en un 4 estrellas, como el Hotel Puerto Antilla, por tan poco dinero y emprendemos el camino de vuelta a casa.
Las dimensiones del hall del hotel eran expectaculares, así como la vegetación de todo el patio central

Yo no tengo claro si aquí se ha terminado un camino o si en realidad ya he comenzado otro.

jueves, 18 de julio de 2013

2013.07.17 Comienzo de una etapa

Es dificil para mi, pues imaginate para otros. Dificil de entender, me refiero. Por lo que comprendo que cualquiera que lea esto no entienda nada. Han pasado 18 días desde que me colgué el chaleco de finisher de la GTP. Había decidido no correr en todo el mes de julio y, hasta hoy, había aguantado bien los envites de mis compañeros de aventuras. Sin embargo, hoy mi mujer me ha propuesto que la acompañase a salir. Me da grima el asfalto o las pistas llanas interminables, así que le he propuesto que comencemos la preparación para mi sueño deportivo en pareja. Ha aceptado y nos hemos ido a la presa del pantano del Vicario. De repente se han agolpado multitud de sensaciones: volver a correr, hacerlo con mi mujer, disfrutar del entorno, no dolerme absolutamente nada,... Pero sobre todo mi cabeza no paraba de dar vueltas a los 24 meses que me quedan por delante. El desafío de poner en forma a mi mujer (en adelante Ceci) y que su confianza aumente hasta que se vea capaz de acompañarme y crucemos la meta.
Solo han sido 7,2 km, pero he saboreado cada paso, cada roce con la vegetación, cada trago de agua, cada suspiro de Ceci, cada busqueda de apoyos, cada gota de sudor que ha caido por mi cara,... Ha sido increible, si me permitis la expresión, un orgasmo de 53 minutos. 
Que bonitos son los comienzos de algo, cuanta ilusión, cuantos proyectos, cuantas expectativas,...
Entiendo que no entendais nada, ni lo pretendo, pero necesitaba contarlo. Así que espero que dentro de 24 meses podamos leer que todo ha salido como hoy lo he soñado y por el camino or iré dejando la historia de nuestra evolución como pareja.....de carreras.

Rumbo a la TransAlpina 2015!!!!
Ceci, llegando al Vicario, visualizando el final de etapa.

jueves, 27 de junio de 2013

2013.05.11 Transvulcania 2013

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Hay frases que marcan tu vida. Tal vez sólo las escuches una vez, pero se te quedan escritas a fuego para siempre. Hoy empezare por una frase que mi padre me repetía de pequeño y que el decía oírsela a mi abuelo: "lo difícil no es empezar las cosas, es acabarlas"

Son las 03:10 a.m. supuestamente puedo apurar 20' más en la cama pero decido levantarme. Tomo una ducha rápida y desayuno tranquilamente: tostada de nocilla y leche con cereales. Reviso el material y salgo al encuentro de mis compañeros. Todos puntuales y todos listos para la batalla. El taxi esta esperando en la recepción. Una Mercedes Vito y un conductor con fuerte acento canario, fácilmente confundible con un cubano y de nombre Alex. Para romper el hielo Alex nos informa del impacto económico que la carrera tiene para la isla y es una de las razones de que todos se vuelquen con el evento. José Luis tiene uno de esos momentos mágicos que le dan. Es inevitable no reírse con sus ocurrencias y todos liberamos tensión a carcajadas, incluido Alex. A los 40' llegamos a Fuencaliente, desde allí tendremos que bajar al lugar de la salida, el faro. Una carretera estrecha, oscura y llena de coches en caravana formando una serpiente que permite intuir el desnivel que tendremos que superar. No dejo de hidratarme y los nervios empiezan a inquietar mis tripas. La hilera de coches no parece avanzar. Decidimos bajarnos del taxi y seguir andando. Nos queda como un km hasta la salida. Los nervios van en aumento. El speaker suena de fondo. Corredores van saliendo de todos lados y se van sumando a este corto peregrinaje hacia el arco de salida. De repente, la gente comienza a murmurar, parandose y mirando todos a un mismo punto. No parece ser más que un corredor calentando, pero cuando la luz del faro nos permite ver, observamos que es Killian Jornet. Accesible, pero sin parar de calentar, todo sonrisas y breves posados para que sus fans obtengan un premio antes mismo de que comience la carrera. Ultima parada frente a los camiones consigna, hay que hacer un rápido chequeo del equipamiento de carrera antes de dejar las bolsas que nos llevarán a meta. Hacen un nuevo llamamiento para pasar al box de salida. El grupo se divide; José Luis, Iván, Marín y yo nos vamos hacia el control del chip. Luismi tiene que pasar al servicio y se queda rezagado. Llegamos al control y nos encontramos con Manolo Cantos, conocido de Ciudad Real, residente en La Palma y una suerte de guía-anfitrión para nosotros, runners de provincias. Nos hace unas fotos y nos desea suerte. Da gusto ver como gente que no va a correr disfruta tanto como los propios corredores. Gracias por todo Manolo!
Instantánea tomada por Manolo Cantos antes de pasar el control del chip. De izquierda a derecha: Ivan, josé Luis, Marí y yo.

Estamos dentro. Una gran pantalla marca la cuenta atrás para nosotros y tambien para los de la media maratón (situados en un box detras de nosotros). Faltan 12min para el pistoletazo. Killian tiene unas palabras para todos. El speaker trata de calentar aún más el ambiente. Todo el mundo aprovecha para tomar una última foto, para desearte suerte por ultima vez,... Tambien aqui, como en la Transalpina, AC/DC es el responsable de llevar la adrenalina al límite mientras la gente canta el 3,2,1.... Apenas podemos correr. El grupo se estira pero sabemos que en breve nos encauzaran a los 1.600 en un sendero de 2m de ancho. Iván encabeza el grupo. Le sigue Marín, al cual sigo yo y tras de mi viene Jose Luis. Iván decide salir del camino para evitar atascos. Adelantamos a un montón de gente que anda apretada por el sendero. Alguno protesta, pero la carrera pondrá a cada uno en su sitio y la sangre no llega al río. Nos percatamos de que José Luis no nos sigue. Nos metemos en el sendero. La marea nos arrastra y decidimos seguir tranquilos para que nos pueda alcanzar sin problemas. De vez en cuando lanzamos un grito de "Joe" para que José Luis tenga una baliza sonora y no se agobie. Esta situación me favorece porque hace que Iván y Marín vayan retenidos y yo pueda ir con ellos. Llevamos una hora y cuarto corriendo, y no hay noticias de nuestro compañero. De Luismi todos damos por hecho que nos la ha jugado para salir sólo y a su bola (podía haberlo dicho!!). Llegamos a Fuencaliente y no hemos dejado de subir en ningún momento. Varios comentarios a lo largo del ascenso nos hacen prever lo que acontece. Hileras de público que apenas dejan espacio para ir en fila de 2. Son las 7:20 a.m. y el pueblo entero jalea el paso de todos los corredores. El subidón es considerable. Salimos del pueblo y el ascenso continúa. Nos encontramos con Mishael, excompañero de la Transalpina que ha aprovechado que su mujer lo ha dejado atrás para parar y disfrutar de las primeras luces del día. Mientras saludamos nos llama José Luis. No hace falta que diga donde esta, el follón de fondo indica que anda a escasos 500m por detrás de nosotros, atravesando el avituallamiento. Le esperamos y nos quitamos un peso de encima. Comienza la carrera de nuevo para nosotros. Llevamos un buen ritmo, sin esfuerzos pero sin dejar de adelantar gente. La cabeza de grupo se va alternando, ahora Marín, ahora Iván, ahora José Luis y ahora yo. Parece que nadie tire de nadie. El paisaje se descubre ante nuestra mirada con las primeras luces del día. El amanecer y la altitud que vamos cogiendo nos permite disfrutar de una imagen de postal: en primer plano el mar, después una neblina y, como flotando sobre ella, se marca nítida la silueta de Tenerife y la Gomera.
Amanecer desde La Palma, con Tenerife y La Gomera al fondo
Me estoy orinando vivo!!. He bebido 1,5 litros desde que me levanté para estar hidratado y es una buena señal que tenga ganas de orinar. Decido aguantar la ganas, todo lo que sude ahora no lo miccionare después. El camino es arenoso y negro. Esta arena es basta, se llama picón y es de origen volcánico. Las polainas que me regaló mi mujer (gracias tesoro!) funcionan perfectamente, no ha entrado ninguna china en la zapatilla. Hay que cogerle el truco a este terreno y parece que si voy pisando donde acaba de hacerlo el de delante, el firme cede menos y la pisada transmite más. En voz alta hago la reflexión de que vamos fenomenal y que lo único que me preocupa es que no dejamos de adelantar gente y ya llevamos 2 horas de carrera. El comentario cae en saco roto y no obtengo respuesta. La carrera va en fila de a uno y los únicos que avanzan a pasos agigantados son la cabeza de la media maratón, que saliendo media hora después que nosotros suben resoplando, sabiendo que su meta esta más cerca. Ya estamos 3 con ganas de orinar (todos menos Iván) y decidimos hacer una pequeña parada. Pierdo 150m con mis compañeros debido al tiempo que tardo en descargar. O subo deprisa, o me esperan o una mezcla de las dos pero en unos minutos volvemos a estar los cuatro juntos. Marín va pletórico, parece que no le cuesta subir y sus sensaciones se transmiten en forma de risas, comentarios sobre el paisaje, chascarrillos, miraditas de las suyas (de abajo a arriba)... Pasamos por el segundo avituallamiento líquido, Las Deseadas, km 18. Mis compañeros son de beber rápido así que me meto un vaso de aquarius y uno de agua. Joder, esta helada! No me gusta beber agua fría. Seguimos andando-corriendo. La sensación, durante las 3 horas que llevamos, es de que no se para de subir y subir. El picón volcánico no tiene clemencia y te obliga a pensar cada paso, si te despistas parece que resbalas y que el paso ha sido en vano. Los espacios se van abriendo entre corredores.
Instantánea de los últimos tramos de ascenso antes de la zona recreativa de El Pilar (cortesía de Saúl Santos Photographer)
En breve el ascenso dará un descanso y tendremos un leve descenso y cresteo hasta la zona recreativa de El Pilar. No se que pasa pero las piernas dejan de ir, da la sensación de que cada vez me cuesta más seguir el ritmo de grupo. Ivan me indica que ellos ya se han tomado el segundo gel. Saco el de gel de guaraná, a ver si me vengo arriba. Voy bien de respiración y no noto cansancio muscular pero mis apoyos cada vez transmiten menos fuerza. Tomar el gel me ha retrasado unos metros con respecto al trio y decido dejarles ir, no quiero forzar y me resigno a comenzar mi carrera antes de lo esperado. Después de ir cómodo estos kilómetros, me había esperanzado en llegar juntos a la zona recreativa. Allí habrá mucha gente, la media maratón acaba ahí, es de los pocos sitios accesibles en coche y nuestras familias aprovecharán para insuflarnos aliento. Desde ahí hasta el km 78 no podrán animarnos. Voy incómodo, este terreno debería ser el que me tendría que valer para carburar, para cambiar la pisada, para notar que voy fino. Leves y sinuosos descensos, salpicados de pequeñas subidas para cambiar el ritmo. Mi ritmo no llega. Continuo trotando y ya se siente entre los árboles la megafonia y los aplausos. Me animo y saco la GoPro para inmortalizar como medio millar de personas aplauden el paso de los ultras. Me paro en seco en el avituallamiento. Estoy acelerado, me meto en la boca frutos secos, sandia, plátano, agua, aquarius  y comienzo a andar. No veo a mi familia. En realidad es imposible verla, hay cientos de personas gritando, aplaudiendo,... Saco el móvil y llamo. Me están esperando 200m más allá. Decido ir andando, aprovechando para masticar todo. Ya los veo, también los grabo y abrazo. Dentro de unas horas seguro que echare de menos los besos de mis niñas y el apoyo de mi mujer. Ana, Inma y Marivi me informan de que Luismi paso hace mucho y el resto habia pasado con 15' de antelación. También esta Manolo, que lejos de jalearme se ofrece a acompañarme andando mientras termino de comer la barrita. Se ve que sabe de que va esto y que es importante perder unos minutos que resultarán básicos para mantener la fisiología del cuerpo. Distrae mi cabeza con consejos y detalles sobre lo que viene a continuación. Solo lleva 9 años en la isla pero la conoce como "la palma" de su mano. Me despido y arranco de nuevo. No aguanto ni un km. Me siento pesadísimo. Da la sensación de que he bebido demasiado. Andurreo unos metros y arranco de nuevo. Tengo una presión en la boca del estómago...... Vuelvo a parar y comienzo a tragar aire intentando eructar. A duras penas consigo mi objetivo por la dificultad a tragar aire. Se me pone mal cuerpo. Tengo ganas de vomitar pero mi cuerpo esta inerte, ni arcadas ni nada, sólo las ganas. Pienso en hacer aguas mayores y me escondo tras unos arbustos. Allí no se mueve nada. Decido seguir andando y en cuanto me encuentro algo mejor trato de nuevo de correr pero no hago más de 300m. Hago unos 6 km así y llego al Reventón, este avituallamiento marca el final del "llaneo" antes de comenzar a subir de nuevo. Estoy en el km 34. Llevo un buen rato sin comer nada ni ganas de hacerlo ante el mal cuerpo que tengo. Me obligo a beber en el puesto. La camel no quiero ni probarla, me parece que me he equivocado de producto y que llevo aminoácidos en lugar de carbohidratos. La cabeza ya esta rallada y no quiero arriesgarme a encontrarme peor por beber de eso. Estiro y grabo algún video. El paisaje es espectacular. Vamos por la columna vertebral de la isla. Mar a derecha e izquierda. Pinos, pronunciadas faldas de montaña salpicadas de poblaciones desperdigadas, plataneros y plásticos de invernaderos. Hay que seguir, así que me coloco los bastones y trato de ensimismarme. Me pongo la música e inicio el ascenso. Todo es inútil. Tengo claro que no esta entrando gasolina en el depósito, cada vez estoy más débil y mi caminar es más pesaroso. La cuesta acaba con la poca energía de mis piernas. He pasado como alma en pena por el pico de las Ovejas y al pasar junto a pico Corralejo decido pararme de nuevo. Esta siendo un infierno. No se la de horas que llevo subiendo y el sol cada vez esta más alto y empieza a ser un gran handicap en contra. Miro al infinito a traves del pinar que me rodea. Los runners que pasan a mi lado se sorprenden de verme allí mirando la nada pero a la vez envidian el que este sentado a la sombra. Los km parecen millas y me cuesta pensar en que aún me queda algo más de la mitad. Me obligo a tomarme una de las gominolas que me ha dado Manolo en el km 26. Apenas me queda agua para diluir el sabor dulzón que se ha quedado en mi boca.
Mi parada folosófica: que será o que no será esta carrera?
Me incorporo, me pongo la mochila y reanudo la marcha. En 4km tengo otro avituallamiento líquido. No quiero pensar cuanto voy a tardar en llegar a el, quiero avanzar al ritmo que sea, que vuelva la energía a mis piernas y poder correr. Paso a gente que va fundida, gente que se retira (como el campeón de las tres últimas ediciones del Maratón de Sables, Mohamed Ahansal) y hay que gente me pasa a mi. Nadie te arranca las pegatinas y tu no pretendes arrancárselas a nadie. Todos tratamos de acercarnos más a nuestra meta. Llegan noticias de que Killian ha ganado la prueba en algo menos de 7h. Madre mía! Y yo llevo la mitad en ese tiempo!! Sigo a lo mío, objetivo: avituallamiento del Pico de la Nieve, cerca de 2.200m de altitud y km 43. El sol aprieta cada vez más, mi cuello, a pesar de la gorra ya va castigado y mis piernas siguen sin funcionar. Llego al avituallamiento y me siento a la sombra. Trato de focalizarme en que sigo cubriendo objetivos. Relleno la botella de agua y espero. Espero el milagro, pero soy excéptico, se que no va a venir. Soy consciente de que sólo existen 2 realidades: abandonar y tirar por la borda meses de entrenamiento u obligarme a dar cada uno de los pasos que me faltan por recorrer. Cual masoca estimo que aún me faltan 40.000 pasos por dar. No quiero pensar más, mi mente me puede jugar una mala pasada. Mando whatsapps y pido saber como ha quedado Fernando Alonso en la calificación de la F1. Recibo un montón de mensajes de ánimo desde casa, del grupo del Circuito Trail Pirata, de los Arlequines,... que envuelvo cuidadosamente y me guardo para momentos aún peores. Reanudo la marcha. Ya no escuecen los adelantamientos. Soy capaz de rodar un rato y eso me provoca un pequeño subidon. Sólo hay 4,5km hasta el próximo avituallamiento que es de sólido y líquido. Ese es mi nuevo objetivo. De hecho mi objetivo varía: esa curva, esa piedra, hasta donde esta ese grupo, hasta el pie de esa cuesta,... Pequeños objetivos que engañen a mi mente y le hagan creer que estoy logrando algo. Llego al avituallamiento con cierto optimismo por haber podido correr algo. No quedan bocatas y tan solo como melón y plátano. No puedo con las barritas energéticas, debería ser fuerte y obligarme a hacer lo que debo, no lo que quiero, pero no me quiero arriesgar a mas complicaciones digestivas y menos despues de haber podido correr en este último tramo. Hasta aquí arriba ha subido gente a animar, la verdad es que da la sensación de que la isla entera esta pendiente de todos. Ya no consiguen sacar mis sonrisas ni mis comentarios sarcásticos, pero por dentro agradezco su apoyo y levanto el dedo en señal de agradecimiento. Comparto metros con algún otro corredor. Los experimentados en la prueba nos dicen que sólo hay 10km hasta el Roque de los Muchachos (el ansiado Roque!!!) pero que el camino trazado es engañoso y particularmente duro. A pesar de anunciar a los que me animan desde Ciudad Real, que parece que ya puedo correr, las piernas de nuevo no responden. Ya ni siquiera me afecta, simplemente retomo el andurreo y trato de no pensar en nada. Me viene a la cabeza la de veces que he escrito sobre como mi fantasía me evade de este sufrimiento terrenal, pero parece que esta vez la fantasía no entró en la mochila. El paisaje me recuerda al Maratón Alpino Madrileño, con los tres observatorios coronando tres cerros consecutivos, como en la Bola del Mundo. Pongo la mirilla en el último de los observatorios. No se que pasa pero empiezo a venirme abajo mentalmente. Llevo 5h avanzando en espera de una recuperación y la carrera no me da tregua. Me queda al menos una hora para coronar el Roque de los Muchachos, que me observa desde la altura y me intimida con las curvas que hay que recorrer para ascender hasta el. No tengo nada claro cual va a ser mi futuro en esta carrera. Grabo un video en el peor momento de mi estado de ánimo. Las lágrimas quieren salir a ver si así puedo desahogarme, pero muerdo mi labio conteniendolas. Mi objetivo es llegar arriba, sentarme, tratar de comer los famosos macarrones y después ya decidiré cual será mi objetivo. La mente se queda en blanco, hecho agua sobre mi cabeza y mi vista sigue la dirección de mis pretensiones clavándose en la punta de mis pies. Avanzo con dificultad en cada paso, estamos a unos 2.600m de altitud, el sol castiga más que nunca y parece querer hacer una criba entre los corredores. Adelanto a gente que da arcadas, a gente que espera sentada, me adelanta gente y yo no levanto la mirada. Suenan los mensajes en el móvil y los ignoro, reservándolos para cuando este descansando, ahora me hundiría saber que no cumplo ni mis expectativas ni las de la gente que me apoya. Oigo palabras de ánimo e intuyo que ya esta cerca la cumbre. 200m y llego a la tienda de campaña. Estoy exhausto, el contraste con la luz de fuera me ciega unos segundos. Alguien golpea mi hombro felicitandome. Una persona me pregunta si quiero macarrones con atún o con vegetales, mientras espera con la espumadera entre ambas cacerolas. La miro sin saber que contestar, ¡no estoy preparado para esa pregunta!. Finalmente opto por vegetales y cojo una coca cola (casi 3 años sin tomar cafeína ni coca cola!!!!) y me sabe a gloria. Aquello parece una trinchera. La gente engulle energía (pasta, frutos secos, gominolas,...) en silencio. Alguien suelta un "estoy hasta los coj.... de subir" y todos asentimos en silencio. Los voluntarios tratan de ayudar a cada uno de nosotros acercando Coca Cola, platos de pasta, fruta,... Todos respetan la situación en la que estamos y nos animan para afrontar la bajada. De repente alguien me dice "que haces tu aquí?" Y veo al gran Mishael. Apenas voy a parar - me dice mientras engulle trozos de sandía y frutos secos - como se me enfríe la cadera estoy jodido, ahora me coges!. Disfruto unos minutos más a la sombra, en silencio, escuchando el silencio de mi mente que hoy parece no querer ayudar a nada. Me levanto, coloco las correas de mis bastones, salgo fuera de la tienda de campaña y admiro el paisaje. Aprovecho para estirar y me llama mi mujer. Me dice que se ha quedado sola en el puerto de Tazacorte y me propone esperarme allí para llevarme en coche. Se me queda cara de estupefacción. No me puedo creer que mi mujer me crea capaz de aguantar 40km de infierno y después me vaya a montar en el coche para abandonar a las puertas de la meta. Cuelgo y apago el móvil, ambos andamos con la batería justa. Ha sido bonito correr por la espina dorsal de la isla. Bonito y duro. Intento retener todo lo que alcanzan mis ojos, sabedero de que muchas noches de insomnio evocaré cada matiz de estas vistas. Empieza la bajada hacia Tazacorte y eso es como una despedida, un anticipo de que queda menos para que todo acabe. Las piernas responden tímidamente y con la ayuda de la orografía de estos primeros metros, consigo trotar. Es liberador poder sentir de nuevo un poco de velocidad en mi carrera, aunque sea poca. Llegan dos pequeños repechos después de las primeras bajadas. Ya estaba avisado, así que no me espanto como alguno de los que voy adelantando. A los quince minutos de bajada alcanzo a Mishael. No va tan mal, así que me quedo un rato con el, hablando de proyectos para el 2013 y grabandolo con la GoPro. Coincidiremos en el GTP, que pequeño es el mundo del ultratrail. Nos ponemos a la cola de un cuarteto de corredores. Van algo más lentos pero Mishael parece conformarse. El ritmo me esta yendo mal y las buenas sensaciones se neutralizan. Empiezo a plantearme adelantar pero tampoco tengo confianza en mis piernas. De repente me piden paso por detrás y al ir a apartarme mi pie izquierdo pierde el contacto con el suelo. Todo pasa muy rápido. El móvil sale volando de mi bolsillo a la par que siento la gravedad actuar rapidamente y el bastón derecho cede al apoyar todo mi peso en él. Mishael se da la vuelta y recoge el móvil mientras el corredor que me quería adelantar se preocupa por mi estado y se disculpa. El no ha tenido culpa de nada, en la montaña el paso se da cuando se puede no cuando te lo piden y yo me he precipitado. La caída me deja un poco enrabietado con mi torpeza y al poco pido paso para buscar mi propio ritmo de bajada y desahogar mi mal humor, parece que nada quiere salir bien, ni siquiera la bajada. Dejo atrás a Mishael y el cuarteto y comienzo un tramo de 2km antes del avituallamiento. El sol castiga con todo lo que puede, pero la vegetación interfiere y nos protege. En el avituallamiento dedico mi tiempo a empapar la cabeza y me siento a disfrutar un trago de Coca Cola mientras gasto una broma a los palmeros que están pasando la tarde junto al puesto intentando averiguar que nos empuja a seguir a pesar del estado en el que estamos. Entre guasas me informan de que esto es la Torre de El Time, que El Time queda unos 3km más abajo. Estos momentos estoy disfrutando algo más de la carrera. Reanudo la marcha casi al tiempo que entra en el avituallamiento el grupo que dejé unos kilómetros atrás. La reanudación es complicada. La pendiente aumenta y el terreno es tremendamente irregular (como piedra pómez escarbada caprichosamente por la escorrentía del agua). Los apoyos no son fáciles y requieren de concentración, paciencia (con las cabezas deseando llegar a la meta) y fuerza en los cuadriceps para frenar la velocidad y dar tiempo a la vista a buscar el siguiente apoyo. ¡Fuerza!. ¡Después de 12 horas!. No aguanto más de un centenar de metros antes de claudicar ante mi ausencia de fuerza. ¡Que lejanas quedan las largas bajadas de la Transalpina cuando mis piernas tenían la fuerza de un caballo!. Son 3 km de lucha contra la pendiente. Las uñas de mis dedos se quejan, no las voy a escuchar aún a sabiendas de que alguno de esos quejidos se tornara en uña negra mañana. Llego a la carretera y un letrero indica que he llegado al Time de verdad. Me abrazo a un palmero que está esperando a pie de carretera a que la gente le pida agua para refrescarse. Me esperan los famosos 3km de bajada más duros de la carrera. Me sorprende que ahora voy por asfalto, es algo que desconocía. Coincido con una pareja alemana y distraigo mi mente intercambiando unas frases en inglés con ellos. Alguien avisa de que en estos 3km tendremos todo tipo de terrenos (asfalto, tierra y piedra) y yo les traduzco a los guiris. El paisaje es especialmente feo, sorteando invernaderos mientras salvamos este tramo "civilizado". Me encuentro a un corredor bajando de espaldas, algo tan común en la segunda mitad de la Transalpina, cuando los tibiales dicen basta y cada pequeño desnivel hacia abajo se convierte en una tortura. Volvemos a la tierra y el mar ya se huele. Enseguida llega el empedrado y una pendiente brutal. 400m de desnivel a base de zigzag en una pared vertical frente al puerto de Tazacorte.
Tazacorte a mitad de la bajada. Teníamos que bajar hasta el paseo. Mirar el tamaño de las sombrillas!! (imagen tomada días después de la carrera, para quitarme la espinita).
La bajada se hace larga, me he acomodado a caminar y no tengo intención de correr. A mitad de bajada vuelvo a oír la animada voz de Mishael. No quiero alargar la agonía y espoleado por su compañía me animo a trotar de nuevo. Cada curva de 360° va aumentando el tamaño de los edificios y los plataneros que hay al pie de esta pared. El speaker va nombrando a todos los que llegan al avituallamiento y eso azuza a los que estamos bajando, deseando que sea nuestro nombre el que suene a los cuatro vientos. Por fin llegamos abajo, el suelo se vuelve homogéneo y llano, una delicia para nuestros pies. Suena mi nombre pero con mucha menos trascendencia de la que imaginaba desde arriba y tras un breve remojo nos lanzamos a por los últimos 5km. Últimos 5km! solo pensarlo sabe a gloria. El paseo marítimo nos empapa de ánimo y de felicitaciones. Encaramos la recta que nos llevara al Desafío, la temible cuesta donde sucumbió Killian el año pasado y que nos permitirá llegar a los Llanos de Aridane.
Enciendo el móvil para avisar de por donde voy y suena al segundo, es mi mujer, acaba de verme pasar, estaba en el coche con toda la tropa y me ha visto. Parece mentira que algo tan simple haga tanta ilusión. Hace encaje de bolillos con el coche mientras nos alcanza justo antes de cruzar el río y adentrarnos en la platanera donde comienza el Desafío. Ver a todos y darles un beso me da las fuerzas necesarias para llegar a meta. Relanzo la carrera y cojo a Mishael en las primeras rampas. Me anima a seguir pero ya no tiene mucho sentido tirar para delante. Vete - me dice mientras baja el ritmo debido a las cuestas - tu vas bien. ¿Por qué la gente se empeña en decirme que estoy bien cuando no es así?. Seguimos juntos y pedimos referencias para saber cuando acaba este último escollo. La casa roja, nos dicen y allí ponemos nuestras mirillas. Por fin arriba, la gente aplaude con ganas desde la puerta de su casa. Ya quisiera yo que siempre animase la gente así. Giramos a la derecha y tocamos el azul del carril bici que nos llevara a meta, al cielo. Vamos andando y valoramos a partir de donde correremos para ser capaces de aguantar hasta meta. Los niños quieren chocar nuestras manos, la gente nos alienta desde las terrazas. Echamos a correr, lento al principio pero la proximidad de la meta va lanzando nuestra carrera. Saco la cámara para tratar de inmortalizar esto. Cada vez hay más gente. Curva a derecha y luego a izquierda. Ya no cabe un alfiler, todos aplaudiendo. No veo nada pero miro a todos lados esperando ver a alguno de los míos, tratando de escuchar mi nombre o el de "papá" entre tanta algarabía. Nada de eso ocurre y paso bajo el arco de llegada. El cronómetro marca 14h53minutos. No siento alegría ni tristeza, ni frío ni calor, no tengo sed ni hambre, sólo cansancio, mucho cansancio. Ya no tengo que seguir, ya lo he conseguido, ¡lo he conseguido!. No se que era lo que tiraba de mí estos últimos 45 kilómetros, pero siento que me abandona. Quiero tumbarme y descansar. Es lo que quiero desde hace muchos kilómetros. Es lo único que necesito, tumbarme y abrazar a los míos. Me quito la mochila, me tumbo y pongo mi brazo sobre los ojos para que nada me moleste. Siento a alguien junto a mi. No habeis oido que no quiero que me molesten. No se que me están diciendo, no quiero oirles, quiero descansar. Ese alguien se agacha junto a mí y reconozco la voz de Unai preguntandole a Luismi que es lo que me pasa. Luismi se queda a mi lado, me deja mi espacio pero insiste y me ayuda a levantarme. Quiere que vaya al puesto de la cruz roja, al parecer a José Luis y el les han tenido que poner suero y quiere asegurarse de que yo estoy bien. Tumbado en la camilla viene todo de golpe. Esa emoción que aflora cuando el cansancio te lleva al límite, cuando empujas tus propios límites. No necesito suero pero me inyectan valium por que dicen que estoy nervioso.
Mi mujer llega. Su cara es un poema y lamento no haberle podido ofrecer una entrada sonriente ni menos agónica. Ella respira al verme bien. Ha sido un día largo, pero que muy largo en los dos lados de la carrera, el de los runners y el de los acompañantes. Aún nos quedan 40' de coche para llegar a casa pero el valium hace efecto y me entrego a los brazos de Morfeo nada más arrancar. No ha sido mi mejor día, no ha sido mi mejor día, no ha sido mi mejor...... ese pensamiento rebota en mi cabeza hueca antes de sumirme en un profundo y placentero sueño, el que debería haber sido la carrera.

Video personal de la prueba, para que pongais imágenes a este relato.


Clasificación de los Quijotes Transvulcanios:
1º.- Luis Miguel__129 de la general__10h 42min 54seg
2º.- Ivan________169 de la general__11h 11min 15seg
3º.- Marín_______264 de la general__11h 58min 32seg
4º.- José Luis____331 de la general__12h 24min 49seg
5º.- Rodrigo_____733 de la general__14h 53min 34seg

Por equipos, el Ala14-XTREM ha quedado el 28 de 114 equipos.

Tomaron la salida 1600 corredores y finalizaron 982 corredores. Uno de cada tres corredores que tomaron la salida no llegaron a la meta.

Aunque la carrera no salió como tenía pensado (nunca acaban como teniamos pensado) tengo que agradecer a todos aquell@s que me han ayudado a lograr mi primer y único objetivo, acabarla. En primer lugar a mi mujer, piedra angular de todo mi ser, no solo de mi yo como deportista. A Iván Palero, por dedicarme un tiempo precioso y devolverme una confianza que creia desaparecida (aunque sea a base de ponerme picas). Al grupo de los Quijotes Transvulcanios: corredores, mujeres e hij@s, que han elevado esta experiencia a un nivel superior gracias a la magnífica convivencia que ha habido durante estos días (y los meses anteriores con el whatsapp!!). A todo el grupo de runners con el que he compartido algún kilómetro durante estos meses, ya fuese en competición oficial (Club Ala14), de madrugada (Nano, César, Javi, Juancar,...) o los domingos (todo el grupo del circuito Trail Pirata de Ciudad Real: Miguel Angel, Nicco, Guti, Abilio, Quique, Jordi, Luis, Ramón,... alguno se olvidará). A Manolo Cantos, por su colaboración en la preparación de nuestro aterrizaje en La Palma y su preocupación y ayuda durante nuestra estancia. Y por supuesto a todos los que de alguna u otra manera me han apoyado antes, durante y después. Gracias y hasta la próxima!!