jueves, 27 de junio de 2013

2013.05.11 Transvulcania 2013

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Hay frases que marcan tu vida. Tal vez sólo las escuches una vez, pero se te quedan escritas a fuego para siempre. Hoy empezare por una frase que mi padre me repetía de pequeño y que el decía oírsela a mi abuelo: "lo difícil no es empezar las cosas, es acabarlas"

Son las 03:10 a.m. supuestamente puedo apurar 20' más en la cama pero decido levantarme. Tomo una ducha rápida y desayuno tranquilamente: tostada de nocilla y leche con cereales. Reviso el material y salgo al encuentro de mis compañeros. Todos puntuales y todos listos para la batalla. El taxi esta esperando en la recepción. Una Mercedes Vito y un conductor con fuerte acento canario, fácilmente confundible con un cubano y de nombre Alex. Para romper el hielo Alex nos informa del impacto económico que la carrera tiene para la isla y es una de las razones de que todos se vuelquen con el evento. José Luis tiene uno de esos momentos mágicos que le dan. Es inevitable no reírse con sus ocurrencias y todos liberamos tensión a carcajadas, incluido Alex. A los 40' llegamos a Fuencaliente, desde allí tendremos que bajar al lugar de la salida, el faro. Una carretera estrecha, oscura y llena de coches en caravana formando una serpiente que permite intuir el desnivel que tendremos que superar. No dejo de hidratarme y los nervios empiezan a inquietar mis tripas. La hilera de coches no parece avanzar. Decidimos bajarnos del taxi y seguir andando. Nos queda como un km hasta la salida. Los nervios van en aumento. El speaker suena de fondo. Corredores van saliendo de todos lados y se van sumando a este corto peregrinaje hacia el arco de salida. De repente, la gente comienza a murmurar, parandose y mirando todos a un mismo punto. No parece ser más que un corredor calentando, pero cuando la luz del faro nos permite ver, observamos que es Killian Jornet. Accesible, pero sin parar de calentar, todo sonrisas y breves posados para que sus fans obtengan un premio antes mismo de que comience la carrera. Ultima parada frente a los camiones consigna, hay que hacer un rápido chequeo del equipamiento de carrera antes de dejar las bolsas que nos llevarán a meta. Hacen un nuevo llamamiento para pasar al box de salida. El grupo se divide; José Luis, Iván, Marín y yo nos vamos hacia el control del chip. Luismi tiene que pasar al servicio y se queda rezagado. Llegamos al control y nos encontramos con Manolo Cantos, conocido de Ciudad Real, residente en La Palma y una suerte de guía-anfitrión para nosotros, runners de provincias. Nos hace unas fotos y nos desea suerte. Da gusto ver como gente que no va a correr disfruta tanto como los propios corredores. Gracias por todo Manolo!
Instantánea tomada por Manolo Cantos antes de pasar el control del chip. De izquierda a derecha: Ivan, josé Luis, Marí y yo.

Estamos dentro. Una gran pantalla marca la cuenta atrás para nosotros y tambien para los de la media maratón (situados en un box detras de nosotros). Faltan 12min para el pistoletazo. Killian tiene unas palabras para todos. El speaker trata de calentar aún más el ambiente. Todo el mundo aprovecha para tomar una última foto, para desearte suerte por ultima vez,... Tambien aqui, como en la Transalpina, AC/DC es el responsable de llevar la adrenalina al límite mientras la gente canta el 3,2,1.... Apenas podemos correr. El grupo se estira pero sabemos que en breve nos encauzaran a los 1.600 en un sendero de 2m de ancho. Iván encabeza el grupo. Le sigue Marín, al cual sigo yo y tras de mi viene Jose Luis. Iván decide salir del camino para evitar atascos. Adelantamos a un montón de gente que anda apretada por el sendero. Alguno protesta, pero la carrera pondrá a cada uno en su sitio y la sangre no llega al río. Nos percatamos de que José Luis no nos sigue. Nos metemos en el sendero. La marea nos arrastra y decidimos seguir tranquilos para que nos pueda alcanzar sin problemas. De vez en cuando lanzamos un grito de "Joe" para que José Luis tenga una baliza sonora y no se agobie. Esta situación me favorece porque hace que Iván y Marín vayan retenidos y yo pueda ir con ellos. Llevamos una hora y cuarto corriendo, y no hay noticias de nuestro compañero. De Luismi todos damos por hecho que nos la ha jugado para salir sólo y a su bola (podía haberlo dicho!!). Llegamos a Fuencaliente y no hemos dejado de subir en ningún momento. Varios comentarios a lo largo del ascenso nos hacen prever lo que acontece. Hileras de público que apenas dejan espacio para ir en fila de 2. Son las 7:20 a.m. y el pueblo entero jalea el paso de todos los corredores. El subidón es considerable. Salimos del pueblo y el ascenso continúa. Nos encontramos con Mishael, excompañero de la Transalpina que ha aprovechado que su mujer lo ha dejado atrás para parar y disfrutar de las primeras luces del día. Mientras saludamos nos llama José Luis. No hace falta que diga donde esta, el follón de fondo indica que anda a escasos 500m por detrás de nosotros, atravesando el avituallamiento. Le esperamos y nos quitamos un peso de encima. Comienza la carrera de nuevo para nosotros. Llevamos un buen ritmo, sin esfuerzos pero sin dejar de adelantar gente. La cabeza de grupo se va alternando, ahora Marín, ahora Iván, ahora José Luis y ahora yo. Parece que nadie tire de nadie. El paisaje se descubre ante nuestra mirada con las primeras luces del día. El amanecer y la altitud que vamos cogiendo nos permite disfrutar de una imagen de postal: en primer plano el mar, después una neblina y, como flotando sobre ella, se marca nítida la silueta de Tenerife y la Gomera.
Amanecer desde La Palma, con Tenerife y La Gomera al fondo
Me estoy orinando vivo!!. He bebido 1,5 litros desde que me levanté para estar hidratado y es una buena señal que tenga ganas de orinar. Decido aguantar la ganas, todo lo que sude ahora no lo miccionare después. El camino es arenoso y negro. Esta arena es basta, se llama picón y es de origen volcánico. Las polainas que me regaló mi mujer (gracias tesoro!) funcionan perfectamente, no ha entrado ninguna china en la zapatilla. Hay que cogerle el truco a este terreno y parece que si voy pisando donde acaba de hacerlo el de delante, el firme cede menos y la pisada transmite más. En voz alta hago la reflexión de que vamos fenomenal y que lo único que me preocupa es que no dejamos de adelantar gente y ya llevamos 2 horas de carrera. El comentario cae en saco roto y no obtengo respuesta. La carrera va en fila de a uno y los únicos que avanzan a pasos agigantados son la cabeza de la media maratón, que saliendo media hora después que nosotros suben resoplando, sabiendo que su meta esta más cerca. Ya estamos 3 con ganas de orinar (todos menos Iván) y decidimos hacer una pequeña parada. Pierdo 150m con mis compañeros debido al tiempo que tardo en descargar. O subo deprisa, o me esperan o una mezcla de las dos pero en unos minutos volvemos a estar los cuatro juntos. Marín va pletórico, parece que no le cuesta subir y sus sensaciones se transmiten en forma de risas, comentarios sobre el paisaje, chascarrillos, miraditas de las suyas (de abajo a arriba)... Pasamos por el segundo avituallamiento líquido, Las Deseadas, km 18. Mis compañeros son de beber rápido así que me meto un vaso de aquarius y uno de agua. Joder, esta helada! No me gusta beber agua fría. Seguimos andando-corriendo. La sensación, durante las 3 horas que llevamos, es de que no se para de subir y subir. El picón volcánico no tiene clemencia y te obliga a pensar cada paso, si te despistas parece que resbalas y que el paso ha sido en vano. Los espacios se van abriendo entre corredores.
Instantánea de los últimos tramos de ascenso antes de la zona recreativa de El Pilar (cortesía de Saúl Santos Photographer)
En breve el ascenso dará un descanso y tendremos un leve descenso y cresteo hasta la zona recreativa de El Pilar. No se que pasa pero las piernas dejan de ir, da la sensación de que cada vez me cuesta más seguir el ritmo de grupo. Ivan me indica que ellos ya se han tomado el segundo gel. Saco el de gel de guaraná, a ver si me vengo arriba. Voy bien de respiración y no noto cansancio muscular pero mis apoyos cada vez transmiten menos fuerza. Tomar el gel me ha retrasado unos metros con respecto al trio y decido dejarles ir, no quiero forzar y me resigno a comenzar mi carrera antes de lo esperado. Después de ir cómodo estos kilómetros, me había esperanzado en llegar juntos a la zona recreativa. Allí habrá mucha gente, la media maratón acaba ahí, es de los pocos sitios accesibles en coche y nuestras familias aprovecharán para insuflarnos aliento. Desde ahí hasta el km 78 no podrán animarnos. Voy incómodo, este terreno debería ser el que me tendría que valer para carburar, para cambiar la pisada, para notar que voy fino. Leves y sinuosos descensos, salpicados de pequeñas subidas para cambiar el ritmo. Mi ritmo no llega. Continuo trotando y ya se siente entre los árboles la megafonia y los aplausos. Me animo y saco la GoPro para inmortalizar como medio millar de personas aplauden el paso de los ultras. Me paro en seco en el avituallamiento. Estoy acelerado, me meto en la boca frutos secos, sandia, plátano, agua, aquarius  y comienzo a andar. No veo a mi familia. En realidad es imposible verla, hay cientos de personas gritando, aplaudiendo,... Saco el móvil y llamo. Me están esperando 200m más allá. Decido ir andando, aprovechando para masticar todo. Ya los veo, también los grabo y abrazo. Dentro de unas horas seguro que echare de menos los besos de mis niñas y el apoyo de mi mujer. Ana, Inma y Marivi me informan de que Luismi paso hace mucho y el resto habia pasado con 15' de antelación. También esta Manolo, que lejos de jalearme se ofrece a acompañarme andando mientras termino de comer la barrita. Se ve que sabe de que va esto y que es importante perder unos minutos que resultarán básicos para mantener la fisiología del cuerpo. Distrae mi cabeza con consejos y detalles sobre lo que viene a continuación. Solo lleva 9 años en la isla pero la conoce como "la palma" de su mano. Me despido y arranco de nuevo. No aguanto ni un km. Me siento pesadísimo. Da la sensación de que he bebido demasiado. Andurreo unos metros y arranco de nuevo. Tengo una presión en la boca del estómago...... Vuelvo a parar y comienzo a tragar aire intentando eructar. A duras penas consigo mi objetivo por la dificultad a tragar aire. Se me pone mal cuerpo. Tengo ganas de vomitar pero mi cuerpo esta inerte, ni arcadas ni nada, sólo las ganas. Pienso en hacer aguas mayores y me escondo tras unos arbustos. Allí no se mueve nada. Decido seguir andando y en cuanto me encuentro algo mejor trato de nuevo de correr pero no hago más de 300m. Hago unos 6 km así y llego al Reventón, este avituallamiento marca el final del "llaneo" antes de comenzar a subir de nuevo. Estoy en el km 34. Llevo un buen rato sin comer nada ni ganas de hacerlo ante el mal cuerpo que tengo. Me obligo a beber en el puesto. La camel no quiero ni probarla, me parece que me he equivocado de producto y que llevo aminoácidos en lugar de carbohidratos. La cabeza ya esta rallada y no quiero arriesgarme a encontrarme peor por beber de eso. Estiro y grabo algún video. El paisaje es espectacular. Vamos por la columna vertebral de la isla. Mar a derecha e izquierda. Pinos, pronunciadas faldas de montaña salpicadas de poblaciones desperdigadas, plataneros y plásticos de invernaderos. Hay que seguir, así que me coloco los bastones y trato de ensimismarme. Me pongo la música e inicio el ascenso. Todo es inútil. Tengo claro que no esta entrando gasolina en el depósito, cada vez estoy más débil y mi caminar es más pesaroso. La cuesta acaba con la poca energía de mis piernas. He pasado como alma en pena por el pico de las Ovejas y al pasar junto a pico Corralejo decido pararme de nuevo. Esta siendo un infierno. No se la de horas que llevo subiendo y el sol cada vez esta más alto y empieza a ser un gran handicap en contra. Miro al infinito a traves del pinar que me rodea. Los runners que pasan a mi lado se sorprenden de verme allí mirando la nada pero a la vez envidian el que este sentado a la sombra. Los km parecen millas y me cuesta pensar en que aún me queda algo más de la mitad. Me obligo a tomarme una de las gominolas que me ha dado Manolo en el km 26. Apenas me queda agua para diluir el sabor dulzón que se ha quedado en mi boca.
Mi parada folosófica: que será o que no será esta carrera?
Me incorporo, me pongo la mochila y reanudo la marcha. En 4km tengo otro avituallamiento líquido. No quiero pensar cuanto voy a tardar en llegar a el, quiero avanzar al ritmo que sea, que vuelva la energía a mis piernas y poder correr. Paso a gente que va fundida, gente que se retira (como el campeón de las tres últimas ediciones del Maratón de Sables, Mohamed Ahansal) y hay que gente me pasa a mi. Nadie te arranca las pegatinas y tu no pretendes arrancárselas a nadie. Todos tratamos de acercarnos más a nuestra meta. Llegan noticias de que Killian ha ganado la prueba en algo menos de 7h. Madre mía! Y yo llevo la mitad en ese tiempo!! Sigo a lo mío, objetivo: avituallamiento del Pico de la Nieve, cerca de 2.200m de altitud y km 43. El sol aprieta cada vez más, mi cuello, a pesar de la gorra ya va castigado y mis piernas siguen sin funcionar. Llego al avituallamiento y me siento a la sombra. Trato de focalizarme en que sigo cubriendo objetivos. Relleno la botella de agua y espero. Espero el milagro, pero soy excéptico, se que no va a venir. Soy consciente de que sólo existen 2 realidades: abandonar y tirar por la borda meses de entrenamiento u obligarme a dar cada uno de los pasos que me faltan por recorrer. Cual masoca estimo que aún me faltan 40.000 pasos por dar. No quiero pensar más, mi mente me puede jugar una mala pasada. Mando whatsapps y pido saber como ha quedado Fernando Alonso en la calificación de la F1. Recibo un montón de mensajes de ánimo desde casa, del grupo del Circuito Trail Pirata, de los Arlequines,... que envuelvo cuidadosamente y me guardo para momentos aún peores. Reanudo la marcha. Ya no escuecen los adelantamientos. Soy capaz de rodar un rato y eso me provoca un pequeño subidon. Sólo hay 4,5km hasta el próximo avituallamiento que es de sólido y líquido. Ese es mi nuevo objetivo. De hecho mi objetivo varía: esa curva, esa piedra, hasta donde esta ese grupo, hasta el pie de esa cuesta,... Pequeños objetivos que engañen a mi mente y le hagan creer que estoy logrando algo. Llego al avituallamiento con cierto optimismo por haber podido correr algo. No quedan bocatas y tan solo como melón y plátano. No puedo con las barritas energéticas, debería ser fuerte y obligarme a hacer lo que debo, no lo que quiero, pero no me quiero arriesgar a mas complicaciones digestivas y menos despues de haber podido correr en este último tramo. Hasta aquí arriba ha subido gente a animar, la verdad es que da la sensación de que la isla entera esta pendiente de todos. Ya no consiguen sacar mis sonrisas ni mis comentarios sarcásticos, pero por dentro agradezco su apoyo y levanto el dedo en señal de agradecimiento. Comparto metros con algún otro corredor. Los experimentados en la prueba nos dicen que sólo hay 10km hasta el Roque de los Muchachos (el ansiado Roque!!!) pero que el camino trazado es engañoso y particularmente duro. A pesar de anunciar a los que me animan desde Ciudad Real, que parece que ya puedo correr, las piernas de nuevo no responden. Ya ni siquiera me afecta, simplemente retomo el andurreo y trato de no pensar en nada. Me viene a la cabeza la de veces que he escrito sobre como mi fantasía me evade de este sufrimiento terrenal, pero parece que esta vez la fantasía no entró en la mochila. El paisaje me recuerda al Maratón Alpino Madrileño, con los tres observatorios coronando tres cerros consecutivos, como en la Bola del Mundo. Pongo la mirilla en el último de los observatorios. No se que pasa pero empiezo a venirme abajo mentalmente. Llevo 5h avanzando en espera de una recuperación y la carrera no me da tregua. Me queda al menos una hora para coronar el Roque de los Muchachos, que me observa desde la altura y me intimida con las curvas que hay que recorrer para ascender hasta el. No tengo nada claro cual va a ser mi futuro en esta carrera. Grabo un video en el peor momento de mi estado de ánimo. Las lágrimas quieren salir a ver si así puedo desahogarme, pero muerdo mi labio conteniendolas. Mi objetivo es llegar arriba, sentarme, tratar de comer los famosos macarrones y después ya decidiré cual será mi objetivo. La mente se queda en blanco, hecho agua sobre mi cabeza y mi vista sigue la dirección de mis pretensiones clavándose en la punta de mis pies. Avanzo con dificultad en cada paso, estamos a unos 2.600m de altitud, el sol castiga más que nunca y parece querer hacer una criba entre los corredores. Adelanto a gente que da arcadas, a gente que espera sentada, me adelanta gente y yo no levanto la mirada. Suenan los mensajes en el móvil y los ignoro, reservándolos para cuando este descansando, ahora me hundiría saber que no cumplo ni mis expectativas ni las de la gente que me apoya. Oigo palabras de ánimo e intuyo que ya esta cerca la cumbre. 200m y llego a la tienda de campaña. Estoy exhausto, el contraste con la luz de fuera me ciega unos segundos. Alguien golpea mi hombro felicitandome. Una persona me pregunta si quiero macarrones con atún o con vegetales, mientras espera con la espumadera entre ambas cacerolas. La miro sin saber que contestar, ¡no estoy preparado para esa pregunta!. Finalmente opto por vegetales y cojo una coca cola (casi 3 años sin tomar cafeína ni coca cola!!!!) y me sabe a gloria. Aquello parece una trinchera. La gente engulle energía (pasta, frutos secos, gominolas,...) en silencio. Alguien suelta un "estoy hasta los coj.... de subir" y todos asentimos en silencio. Los voluntarios tratan de ayudar a cada uno de nosotros acercando Coca Cola, platos de pasta, fruta,... Todos respetan la situación en la que estamos y nos animan para afrontar la bajada. De repente alguien me dice "que haces tu aquí?" Y veo al gran Mishael. Apenas voy a parar - me dice mientras engulle trozos de sandía y frutos secos - como se me enfríe la cadera estoy jodido, ahora me coges!. Disfruto unos minutos más a la sombra, en silencio, escuchando el silencio de mi mente que hoy parece no querer ayudar a nada. Me levanto, coloco las correas de mis bastones, salgo fuera de la tienda de campaña y admiro el paisaje. Aprovecho para estirar y me llama mi mujer. Me dice que se ha quedado sola en el puerto de Tazacorte y me propone esperarme allí para llevarme en coche. Se me queda cara de estupefacción. No me puedo creer que mi mujer me crea capaz de aguantar 40km de infierno y después me vaya a montar en el coche para abandonar a las puertas de la meta. Cuelgo y apago el móvil, ambos andamos con la batería justa. Ha sido bonito correr por la espina dorsal de la isla. Bonito y duro. Intento retener todo lo que alcanzan mis ojos, sabedero de que muchas noches de insomnio evocaré cada matiz de estas vistas. Empieza la bajada hacia Tazacorte y eso es como una despedida, un anticipo de que queda menos para que todo acabe. Las piernas responden tímidamente y con la ayuda de la orografía de estos primeros metros, consigo trotar. Es liberador poder sentir de nuevo un poco de velocidad en mi carrera, aunque sea poca. Llegan dos pequeños repechos después de las primeras bajadas. Ya estaba avisado, así que no me espanto como alguno de los que voy adelantando. A los quince minutos de bajada alcanzo a Mishael. No va tan mal, así que me quedo un rato con el, hablando de proyectos para el 2013 y grabandolo con la GoPro. Coincidiremos en el GTP, que pequeño es el mundo del ultratrail. Nos ponemos a la cola de un cuarteto de corredores. Van algo más lentos pero Mishael parece conformarse. El ritmo me esta yendo mal y las buenas sensaciones se neutralizan. Empiezo a plantearme adelantar pero tampoco tengo confianza en mis piernas. De repente me piden paso por detrás y al ir a apartarme mi pie izquierdo pierde el contacto con el suelo. Todo pasa muy rápido. El móvil sale volando de mi bolsillo a la par que siento la gravedad actuar rapidamente y el bastón derecho cede al apoyar todo mi peso en él. Mishael se da la vuelta y recoge el móvil mientras el corredor que me quería adelantar se preocupa por mi estado y se disculpa. El no ha tenido culpa de nada, en la montaña el paso se da cuando se puede no cuando te lo piden y yo me he precipitado. La caída me deja un poco enrabietado con mi torpeza y al poco pido paso para buscar mi propio ritmo de bajada y desahogar mi mal humor, parece que nada quiere salir bien, ni siquiera la bajada. Dejo atrás a Mishael y el cuarteto y comienzo un tramo de 2km antes del avituallamiento. El sol castiga con todo lo que puede, pero la vegetación interfiere y nos protege. En el avituallamiento dedico mi tiempo a empapar la cabeza y me siento a disfrutar un trago de Coca Cola mientras gasto una broma a los palmeros que están pasando la tarde junto al puesto intentando averiguar que nos empuja a seguir a pesar del estado en el que estamos. Entre guasas me informan de que esto es la Torre de El Time, que El Time queda unos 3km más abajo. Estos momentos estoy disfrutando algo más de la carrera. Reanudo la marcha casi al tiempo que entra en el avituallamiento el grupo que dejé unos kilómetros atrás. La reanudación es complicada. La pendiente aumenta y el terreno es tremendamente irregular (como piedra pómez escarbada caprichosamente por la escorrentía del agua). Los apoyos no son fáciles y requieren de concentración, paciencia (con las cabezas deseando llegar a la meta) y fuerza en los cuadriceps para frenar la velocidad y dar tiempo a la vista a buscar el siguiente apoyo. ¡Fuerza!. ¡Después de 12 horas!. No aguanto más de un centenar de metros antes de claudicar ante mi ausencia de fuerza. ¡Que lejanas quedan las largas bajadas de la Transalpina cuando mis piernas tenían la fuerza de un caballo!. Son 3 km de lucha contra la pendiente. Las uñas de mis dedos se quejan, no las voy a escuchar aún a sabiendas de que alguno de esos quejidos se tornara en uña negra mañana. Llego a la carretera y un letrero indica que he llegado al Time de verdad. Me abrazo a un palmero que está esperando a pie de carretera a que la gente le pida agua para refrescarse. Me esperan los famosos 3km de bajada más duros de la carrera. Me sorprende que ahora voy por asfalto, es algo que desconocía. Coincido con una pareja alemana y distraigo mi mente intercambiando unas frases en inglés con ellos. Alguien avisa de que en estos 3km tendremos todo tipo de terrenos (asfalto, tierra y piedra) y yo les traduzco a los guiris. El paisaje es especialmente feo, sorteando invernaderos mientras salvamos este tramo "civilizado". Me encuentro a un corredor bajando de espaldas, algo tan común en la segunda mitad de la Transalpina, cuando los tibiales dicen basta y cada pequeño desnivel hacia abajo se convierte en una tortura. Volvemos a la tierra y el mar ya se huele. Enseguida llega el empedrado y una pendiente brutal. 400m de desnivel a base de zigzag en una pared vertical frente al puerto de Tazacorte.
Tazacorte a mitad de la bajada. Teníamos que bajar hasta el paseo. Mirar el tamaño de las sombrillas!! (imagen tomada días después de la carrera, para quitarme la espinita).
La bajada se hace larga, me he acomodado a caminar y no tengo intención de correr. A mitad de bajada vuelvo a oír la animada voz de Mishael. No quiero alargar la agonía y espoleado por su compañía me animo a trotar de nuevo. Cada curva de 360° va aumentando el tamaño de los edificios y los plataneros que hay al pie de esta pared. El speaker va nombrando a todos los que llegan al avituallamiento y eso azuza a los que estamos bajando, deseando que sea nuestro nombre el que suene a los cuatro vientos. Por fin llegamos abajo, el suelo se vuelve homogéneo y llano, una delicia para nuestros pies. Suena mi nombre pero con mucha menos trascendencia de la que imaginaba desde arriba y tras un breve remojo nos lanzamos a por los últimos 5km. Últimos 5km! solo pensarlo sabe a gloria. El paseo marítimo nos empapa de ánimo y de felicitaciones. Encaramos la recta que nos llevara al Desafío, la temible cuesta donde sucumbió Killian el año pasado y que nos permitirá llegar a los Llanos de Aridane.
Enciendo el móvil para avisar de por donde voy y suena al segundo, es mi mujer, acaba de verme pasar, estaba en el coche con toda la tropa y me ha visto. Parece mentira que algo tan simple haga tanta ilusión. Hace encaje de bolillos con el coche mientras nos alcanza justo antes de cruzar el río y adentrarnos en la platanera donde comienza el Desafío. Ver a todos y darles un beso me da las fuerzas necesarias para llegar a meta. Relanzo la carrera y cojo a Mishael en las primeras rampas. Me anima a seguir pero ya no tiene mucho sentido tirar para delante. Vete - me dice mientras baja el ritmo debido a las cuestas - tu vas bien. ¿Por qué la gente se empeña en decirme que estoy bien cuando no es así?. Seguimos juntos y pedimos referencias para saber cuando acaba este último escollo. La casa roja, nos dicen y allí ponemos nuestras mirillas. Por fin arriba, la gente aplaude con ganas desde la puerta de su casa. Ya quisiera yo que siempre animase la gente así. Giramos a la derecha y tocamos el azul del carril bici que nos llevara a meta, al cielo. Vamos andando y valoramos a partir de donde correremos para ser capaces de aguantar hasta meta. Los niños quieren chocar nuestras manos, la gente nos alienta desde las terrazas. Echamos a correr, lento al principio pero la proximidad de la meta va lanzando nuestra carrera. Saco la cámara para tratar de inmortalizar esto. Cada vez hay más gente. Curva a derecha y luego a izquierda. Ya no cabe un alfiler, todos aplaudiendo. No veo nada pero miro a todos lados esperando ver a alguno de los míos, tratando de escuchar mi nombre o el de "papá" entre tanta algarabía. Nada de eso ocurre y paso bajo el arco de llegada. El cronómetro marca 14h53minutos. No siento alegría ni tristeza, ni frío ni calor, no tengo sed ni hambre, sólo cansancio, mucho cansancio. Ya no tengo que seguir, ya lo he conseguido, ¡lo he conseguido!. No se que era lo que tiraba de mí estos últimos 45 kilómetros, pero siento que me abandona. Quiero tumbarme y descansar. Es lo que quiero desde hace muchos kilómetros. Es lo único que necesito, tumbarme y abrazar a los míos. Me quito la mochila, me tumbo y pongo mi brazo sobre los ojos para que nada me moleste. Siento a alguien junto a mi. No habeis oido que no quiero que me molesten. No se que me están diciendo, no quiero oirles, quiero descansar. Ese alguien se agacha junto a mí y reconozco la voz de Unai preguntandole a Luismi que es lo que me pasa. Luismi se queda a mi lado, me deja mi espacio pero insiste y me ayuda a levantarme. Quiere que vaya al puesto de la cruz roja, al parecer a José Luis y el les han tenido que poner suero y quiere asegurarse de que yo estoy bien. Tumbado en la camilla viene todo de golpe. Esa emoción que aflora cuando el cansancio te lleva al límite, cuando empujas tus propios límites. No necesito suero pero me inyectan valium por que dicen que estoy nervioso.
Mi mujer llega. Su cara es un poema y lamento no haberle podido ofrecer una entrada sonriente ni menos agónica. Ella respira al verme bien. Ha sido un día largo, pero que muy largo en los dos lados de la carrera, el de los runners y el de los acompañantes. Aún nos quedan 40' de coche para llegar a casa pero el valium hace efecto y me entrego a los brazos de Morfeo nada más arrancar. No ha sido mi mejor día, no ha sido mi mejor día, no ha sido mi mejor...... ese pensamiento rebota en mi cabeza hueca antes de sumirme en un profundo y placentero sueño, el que debería haber sido la carrera.

Video personal de la prueba, para que pongais imágenes a este relato.


Clasificación de los Quijotes Transvulcanios:
1º.- Luis Miguel__129 de la general__10h 42min 54seg
2º.- Ivan________169 de la general__11h 11min 15seg
3º.- Marín_______264 de la general__11h 58min 32seg
4º.- José Luis____331 de la general__12h 24min 49seg
5º.- Rodrigo_____733 de la general__14h 53min 34seg

Por equipos, el Ala14-XTREM ha quedado el 28 de 114 equipos.

Tomaron la salida 1600 corredores y finalizaron 982 corredores. Uno de cada tres corredores que tomaron la salida no llegaron a la meta.

Aunque la carrera no salió como tenía pensado (nunca acaban como teniamos pensado) tengo que agradecer a todos aquell@s que me han ayudado a lograr mi primer y único objetivo, acabarla. En primer lugar a mi mujer, piedra angular de todo mi ser, no solo de mi yo como deportista. A Iván Palero, por dedicarme un tiempo precioso y devolverme una confianza que creia desaparecida (aunque sea a base de ponerme picas). Al grupo de los Quijotes Transvulcanios: corredores, mujeres e hij@s, que han elevado esta experiencia a un nivel superior gracias a la magnífica convivencia que ha habido durante estos días (y los meses anteriores con el whatsapp!!). A todo el grupo de runners con el que he compartido algún kilómetro durante estos meses, ya fuese en competición oficial (Club Ala14), de madrugada (Nano, César, Javi, Juancar,...) o los domingos (todo el grupo del circuito Trail Pirata de Ciudad Real: Miguel Angel, Nicco, Guti, Abilio, Quique, Jordi, Luis, Ramón,... alguno se olvidará). A Manolo Cantos, por su colaboración en la preparación de nuestro aterrizaje en La Palma y su preocupación y ayuda durante nuestra estancia. Y por supuesto a todos los que de alguna u otra manera me han apoyado antes, durante y después. Gracias y hasta la próxima!!